La meseta y Castilla
Padre Pedrojosé Ynaraja
Ignoro si los lectores estarían de acuerdo con los apuntes antropológicos referentes
a la idiosincrasia del castellano viejo, que escribí la semana pasada y que decía
eran resultado de una geografía peculiar, único factor territorial que influía. La
historia es un elemento que acompaña. Historia nacida en pueblos lejanos que
llegaron a la Península en tiempos prehistóricos. Del pueblo de la ciudad de Roma,
que la ocupó militarmente y le aportó su cultura. Paso de largo invasiones del este
de Europa. Vino luego la formación de núcleos más o menos independientes entre
sí, con sus pactos, sus luchas y sus rivalidades, para acabar en unión política
peninsular, que vino a llamarse España y en la que Castilla ocupaba lugar central.
Continuarían siendo diferentes los pueblos ribereños del Mediterráneo, más o
menos navegantes y comerciantes, agricultores y ganaderos también, diferentes de
estos de Castilla, ancha es Castilla, que desconocía el mar, arañaba la tierra y
soñaba. Ya lo decía el otro día, hoy las cosas han cambiado. Son tiempos de
turismo, migraciones, estudios y empleos laborales en diferentes países, amén de
la TV, que es la misma, más o menos, para todos. Las trasmisiones de noticias,
mediante casi común prensa, música y contenidos por Internet, al alcance de la
gran mayoría de los que habitan estos mundos ricos, o no tanto, y que unifican las
particularidades de las gentes.
Tampoco las raíces ancestrales influyen como en otros tiempos. Apellidos de uno y
otro origen se mezclan por sus tierras. Ahora bien, ciertas peculiaridades sí que
todavía persisten. Son testigos de ello la arquitectura urbana, que sí es capaz de
captar el objetivo fotográfico. Descubrí el pasado verano una diferencia minúscula,
la colocación de los llavines de las cerraduras en unos lugares se hace
generalmente disponiendo la “sierra” hacia arriba, en otros hacia abajo. Un
pequeño detalle y sin importancia.
MODAS COMUNES
Las modas en el vestido y los muebles son comunes. Los vehículos también. Queda
la cultura, el amor a ella y la nostalgia. Por ello se conservan edificios que dan fe de
la originalidad antigua. Y sus museos y bibliotecas. El reportaje de esta semana
podría acabar ahora y poner a continuación un manojo de fotografías que he ido
sacando y que conservo. Las de la época química, diapositivas y negativos en color,
se han desvanecido y no valen para nada.
MEDINA DEL CAMPO
Pero, para que al acentuar un lugar se capten mejor los que son comunes a otros
que le son vecinos, me detengo proporcionando unas cuantas imágenes y
comentario de una población muy querida, aunque la desconozca bastante. De
rancio abolengo, tal vez venida a menos: Medina del Campo, en la provincia de
Valladolid.
Su iglesia principal es colegiata. Preside la plaza mayor. Junto al ayuntamiento
ocupa casi todo un lado del cuadrilátero. Curiosa su fachada. En primer lugar, en la
torre, acompañando a las campanas que puedan llamar a la oración, hay un
gracioso carillón. Dos carneros chocan contra un bronce, anuncian los cuartos de
hora. Dos figuras más arriba, una pareja de maragatos, habitantes de la
maragatería, en tierras leonesas, dan las horas golpeando unas campanas. A un
lado, y bastante más abajo, un gran balcón, vacio hoy, pero muy útil en otros
tiempos. Merece capítulo aparte un comentario.
MERCADO DE GANADO
En esta plaza se celebraba cada domingo un gran mercado de ganado, el más
importante de la península, o tal vez de Europa. El cristiano el domingo asiste a
misa y los feriantes lo eran, así que en este balcón, visible desde todos los ángulos,
se celebraba la Eucaristía y al llegar a la Consagración se detenía toda actividad
comercial y quedaba el gentío en silencio. Y esto hasta hace poco tiempo, me
parece que en mi infancia todavía ocurría.
LETRAS, COMUNEROS Y LA REINA ISABEL
En esta plaza, como reza un pequeño monumento, se firmó la primera letra de
cambio. De esta plaza, donde estaban prisioneros, se escaparon los tres cabecillas
de la rebelión comunera. Cada uno por una calle que partía de cada ángulo y que
todavía conservan sus nombres: Padilla, Bravo y Maldonado. Estos tres héroes son
un mito, una muestra del orgullo castellano, debería decir sentido del honor, para
que no se enfade nadie, conjurados contra la autoridad de un rey emperador, pero
de origen y lengua extranjera: Carlos I o V, según desde donde se le nombre. En
un extremo de esta plaza se refugió, casi agonizante, la reina Isabel la Católica y
aquí redacto y firmó su codicilo, adjunto al testamento que ya había dictado en otro
momento y murió.
AGROTURISMO
Pero observé en mi última visita que esta plaza de Medina no es puro fósil histórico.
Además de su empleo como lugar de paso, de comercio y de paseo, aquellos días
se empleaba en una feria de agroturismo. Feliz acierto.
Muy próxima a la plaza esta la estación, en otro tiempo uno de los principales
núcleos ferroviarios de la península y hoy casi ignorada por las grandes líneas, que
no circulan por ella. En sus muelles había visto yo vagones de carga con mineral de
wolframio, dispuestos a partir a tierras alemanas. Este mineral gozó de importancia
económica y estratégica, ya que la Alemania nazi carecía de este elemento,
también llamado tungsteno y el gobierno se lo exportaba, acallando un poco,
mayores ambiciones.
No se puede ignorar el Castillo de la Mota, importante para la monarquía antigua,
del que se apropió la Sección Femenina de la FET y de las Jons. Y como perlas
abultadas de los campanarios, o granos pesados de las techumbres de las naves
parroquiales, siempre el nido de cigüeñas. Este animal mítico, era y es respetado,
pese a ciertos inconvenientes que sus enormes y pesado nidos hacían peligrar la
resistencias de las vigas. Señora de las alturas, ignorante de la labor que se le
asignaba, y no cumplía, evidentemente, de traer criaturas de París, como se explica
antiguamente a los niños, para no facilitar detalles que se consideraban obscenos.
LAS FOTOS DE ESTA SEMANA
Las fotografías de esta semana no son exclusivamente de Medina del Campo,
alguna, la Casa del Cordón, es de Burgos. Otra de la plaza mayor de Valladolid y
edificios modernos de esta capital, que a uno le recuerda, sin que llegue a su
categoría, la “Gran Place” de Bruselas. Un gran campanario, el de Matapozuelos, se
alza altivo entre las bajitas callejuelas. Se le llama la Giralda de Castilla. Alguna
otra será de Covarrubias, villa de la que hable otro día, elegante y sobria como al
que más. No sé cuántas incluirá el director… Un rio que aparece será el Tormes,
recordando al Lazarillo y una talla de Cristo de Gregorio Fernández, la perla del
museo de Valladolid.
NOTA DEL EDITOR. Este Editor, o director, ya ha apostado por publicar la mayoría
de las fotos enviadas por Pedrojosé Ynaraja, dadas sus alusiones. Aunque, tal vez,
sería deseable para el bien común que nuestro apreciado padre Ynaraja, escribiera,
o escribiese, un poquejo más en cada reportaje para compensar la profusión
fotografica con la brevedad de sus magnificos textos. Vale.