COBRE-BRONCE (III)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me entretenía con anterioridad en la descripción y utilidad del carbón
vegetal. Si lo hice es porque con la llegada del gas butano, se acabó su
utilización doméstica y dejó en desocupación a muchos que vivían en
pueblos de montaña y que mediante ella, se ganaban ocasionalmente algún
dinero, durante las estaciones del año que permitían el trabajo. La gente
que no ganaba suficiente para comprar carbón de piedra, antracita o hulla
principalmente, encendía sus fogones o braseros, con carbón vegetal. Era la
calefacción y hornillo del modesto. Su combustión, entre nosotros,
presentaba problemas, más bien su mala combustión era la que lo
ocasionaba, el desprendimiento de monóxido de carbono, altamente tóxico,
que envenenaba el aire de la modesta familia que colocaba el brasero bajo
la mesa camilla sin vigilarlo.
Pensaba, cuando escribía esto el otro día, que ya se había perdido el uso de
tal carbón, llevado de mi espíritu de contradicción, incluso conmigo mismo,
he descubierto y observando la actualidad que el tal tiene en las comidas
campestres, las barbacoas que alegran tantas reuniones y se sirven de él
para asar las chuletas. Y por los supermercados uno ve cómo se ofrecen
sacos de este producto, no precisamente a bajo precio, tratándose de lo que
se trata. Continúa también su utilización farmacéutica como absorbente y
en la industria como decolorante. Pero me he dado cuenta de que estas
explicaciones se escapan a mi propósito, que no era otro que el de indicar la
aparición del cobre-bronce en la Biblia.
Vuelvo a repetir que el pueblo bíblico dispuso desde antiguo del cobre-
bronce y se sirvió de él para múltiples utilidades. Poco hubiera progresado
Israel si hubiera carecido de él. Sorprenderá al lector que le diga que, según
la traducción de la Biblia de Jerusalén, el cobre es mencionado cinco veces y
el bronce 144 en ella. También sorprende que aparece mencionado en 24
“libros” diferentes, de los cuales el Nuevo Testamento recoge solo en dos
ocasiones. Una de ellas no del todo exacta. Se trata del texto de I Cor 13, 1
donde hablando de las cualidades del amor-ágape menciona la campana,
pero sin decirlo explícitamente, poniendo bronce. Las 22 veces del Antiguo
Testamento, corresponden al género histórico, profético, sapiencial y
poético (salmos en dos ocasiones).
Primero fue la cerámica, tal vez debería decir que en cuanto a la
alimentación, le precedió el simple asado en las brasas. La arcilla seca al sol
o endurecida por el fuego, fueron de universal utilidad, pero sus amplias
cualidades chocaban con su fragilidad. El cobre permitía fabricar recipientes
de mayor tamaño. He ido anotando los principales provechos que a este
metal le dan los textos bíblicos. Los pongo seguidos y sin explicaciones, que
el lector sabrá deducir por su cuenta.
Útiles del Tabernáculo. Vasijas. Incensarios. Serpiente de bronce. Uniforme
militar defensivo, del gigante Goliat, casco, yelmo, escudo... Cerrojos y
revestimientos de puertas. Columnas del Templo de Salomón…
La serpiente de bronce que levantó Moisés era de este metal,
evidentemente. Y se han encontrado otras por los lugares donde pasó o
vivió Israel. Podrán medir 30 o 40 centímetros aproximadamente. Se les
atribuía poderes mágicos o religiosos en la cultura cananea.
El que llamamos becerro de oro en cambio, el ídolo que Aarón, hermano de
Moisés, fabricó al pueblo hebreo, inquieto al pie del Sinaí, esperando
desconfiado a que bajara de la cima su caudillo y que ofreció como
substituto de Yahvé para su adoración, sería también de bronce, pero
chapado en oro.