Dramas ficticios y dramas reales
P. Fernando Pascual
16-1-2016
Al leer una novela o al ver una película, muchos se emocionan. Sienten pena por la esposa
abandonada, por el héroe que cae abatido, por el niño que recibe el desprecio de sus compañeros de
escuela. Todo es ficticio, pero llega al corazón y provoca, en ocasiones, lágrimas sinceras.
Nos ocurre algo parecido a lo que narra san Agustín en sus “Confesiones”, cuando recuerda cómo
lloraba al leer la historia de Dido (cf. “Confesiones” 1,21). Somos así: una buena novela llega al
corazón y despierta sentimientos muy hondos.
Al mismo tiempo, nos llegan noticias con datos telegráficos: “20 muertos en un naufragio cerca de
Italia”. “Decenas de fallecidos en varios atentados en Nigeria”. “Cientos de muertos en una nueva
epidemia de cólera”...
¿Por qué a veces el drama ficticio de una novela llega más a nuestra vida que la noticia escueta de un
hecho “lejano”? Porque a través de la lectura del drama ficticio participamos de una narración que
sintoniza con nuestros sentimientos y nos permite entrar en la psicología de los protagonistas
imaginarios.
En cambio, las noticias de tantos dramas reales llegan y pasan simplemente como si fuesen números,
como parte de una lista interminable de sufrimientos que se suceden ante la indiferencia de muchos y
con pocas informaciones concretas que permitan dan rostro a las víctimas.
El drama real, sin embargo, merece lo mejor de nuestro interés. Porque detrás de los números, más allá
de la lejanía geográfica, hay historias concretas. Un padre o una madre de familia, unos hijos, un
trabajador del campo o de la industria, un médico o un albañil, han fallecido.
Sus amigos y conocidos sufren, mientras la atención de muchos en nuestro mundo inquieto queda
atrapada por novelas que tienen ciertamente su importancia, pero que no consiguen siempre reflejan
dramas reales que agobian a miles de seres humanos.
¿Es utópico soñar con un periodismo mucho más atento a los dramas reales, capaz de abrirnos los ojos
al dolor que angustia a tantos seres humanos? Con ayuda de un periodismo así, será posible romper el
cerco cómodo de lágrimas por Didos que no existen, para tener un verdadero interés (y también
lágrimas) hacia personas concretas que cada día luchan y mueren en un mundo hambriento de
solidaridad y de justicia...