FILOSOFIA DE VIDA
Aquella persona manifestó su no estar de acuerdo con “mi filosofía de vida”
Tal afirmación me llenó de satisfacción.
En primer lugar no era conocedor de tener “una filosofía de vida”
Me pareció una afirmación que iba mucho más allá de lo que es mi vida.
Jamás me he planteado el hecho de intentar tener una filosofía de vida ya que,
desde mis muchos errores, he intentado un estilo de vida lo más cercano posible a
lo que creo.
Lo que creo como persona, como cristiano, como salesiano y como sacerdote.
En segundo lugar me pareció demasiado el hecho de que esa persona se hubiese
sentido cuestionada como para llegar a semejante afirmación.
Si nuestra búsqueda de coherencia debiese ser aceptada por todos deberíamos
transitar por idénticos caminos y ello no es lo que se espera de nosotros.
Todo lo que hace a la búsqueda de coherencia responde a una cuestión personal.
Nuestra búsqueda no es una realidad aislada de los demás ya que no estamos
instalados dentro de una burbuja aislada.
Siempre estamos en relación con los demás y es, en ese relacionarnos, donde
vamos descubriendo los caminos por donde Dios quiere nos movamos.
Ese entorno que hace a “nuestro mundo” no es igual para todos. Jamás podría
serlo.
Viviríamos chocándonos por ser útiles dentro de un círculo que siempre resultaría
pequeño.
Por edad, por tarea, por responsabilidad nos podemos mover dentro de un
determinado círculo sin que ello implique unicidad.
Recuerdo que uno de mis primeros artículos, hace ya mucho tiempo, se titulaba
“Nadie es plata” y allí hablaba del hecho de deber aceptar hubiese gente que no
compartiese los posturas de los demás.
Debemos respetar y tal cosa no implica compartir.
Lo nuestro se desarrolla en un constante encuentro con los diferentes.
Dios, en su grandeza, nos ha hecho diferentes para que podamos convivir
compartiendo lo que somos.
De lo contrario nuestra vida sería un prolongado bostezo.
No tendríamos quien nos cuestionase, no encontraríamos quien nos motivase.
Careceríamos de libertad ya que lo nuestro sería una constante copia de lo ya
realizado por los demás.
No habría lugar para la creatividad ya que nos limitaríamos a lo ya realizado.
No precisaríamos de la imaginación puesto que todo ya tendría una forma de
posicionarnos.
Por ello es que todos somos diferentes. Para que podamos ejercitar todo eso que
nos hace seres únicos.
Vivimos en un sistema donde muchas cosas parecen estar ya establecidas y resulta,
en oportunidades, muy difícil romper con lo prefijado.
No resulta sencillo arriesgarse a ser auténticos ya que ello implica, muchas veces, ir
en contra del sistema.
Pese a nuestras notorias incoherencias (que todos las poseemos) no existe
satisfacción mayor que el saberse intentando ser coherente con lo que hace a lo
esencial de uno mismo.
Ello no implica, según lo entiendo, tener una filosofía de vida.
Si lo implicase, debo reconocerlo, necesito de alguien que me ayude a recibir
lecciones de filosofía de vida.
Padre Martín Ponce de León SDB