Montserrat: el Santuario (III)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Lo advertía la semana pasada, pese a que a este escrito se le llame reportaje,
creo sería más apropiado titularlo crónica. Continúo, pues, con ella. La imagen
de la Virgen, es una talla en madera de álamo. Advierto, para quien lo
desconozca, que se trata de un árbol muy común por las tierras en las que estoy
escribiendo, semejante al chopo que ampara caminos y riachuelos, pero de
corteza mucho más blanca y hojas temblorosas, al mínimo viento que las
acaricie. Blanda y barata que, según parece, fue materia de muchas otras
imágenes y algunas, tal vez por su blancura, recibieron el nombre de virgen del
alba o virgen blanca.
MORENETA
Primera advertencia: pese a que se la llame “·moreneta”, seguramente, no fue
siempre oscura. La condición para poder atribuir a una representación que se
refiera a ella, es que aparezca la montaña serrada, o el dibujo de una sierra de
mano tras de sí.
Segunda advertencia: ni la figura del Niño Jesús, ni un brazo de la Virgen, son
de la imagen antigua. Corresponden a un trabajo de restauración que se efectuó
en Barcelona en el siglo XIX. A nadie debe decepcionar esta realidad.
Deberíamos pensar en tantas otras que solo tienen cabeza y manos y lo demás
es vestido y mantos y no por eso dejan de suscitar devoción en tantos fieles.
Más aun, esta falta de totalidad plástica, es un factor que pudiera interesar a un
anticuario, o a alguien de cultura foránea, que la pudiera considerar fetiche, no a
un fiel cristiano que de las imágenes pensamos otra cosa. Añado para remachar
el clavo, que en el Templo de Jerusalén, el de los tiempos de Jesús, en el interior
del lugar más santo, no había nada. Ni el Arca, ni el propiciatorio, ni el maná, ni
Tablas de la Ley. Esta vaciedad del recinto Santo de los Santos, era expresión
acertada de que el Dios de Israel, el Dios único, era un ser espiritual.
UN PEQUEÑO FRAGMENTO DE LA ROCA
Pero la imagen de la que vengo hablando alberga a sus pies algo que a mí me
parece muy digno de ser contado y muy simpático. Con motivo de las fiestas del
año 1947, se propuso a los escaladores catalanes que subieran a la cima de
todos y cada uno de los peñascos, tomaran de allí un pequeño fragmento de la
roca y lo trajeran al santuario. Según me contaba el P. Franquesa, al que ya me
referí otro día, así lo hicieron. Cada grupo de escaladores o montañeros, levantó
acta de su hazaña y firmaron el documento en la misma cima. Manuscrito y
piedra se recibió en el monasterio. La totalidad de los primeros se guarda en el
archivo correspondiente, las piedrecitas están depositadas en el interior de la
peana que sustenta la imagen y que nadie ve, ya que es de plata. En total
fueron 54 los fragmentos. Se cumple así lo de “l’escala de la glòria eixos penyals
coberts de romaní”(en catalán: letra del Virolai, himno solemne del santuario y
de los devotos, doquiera estén. Escala de la gloria, tales peñas cubiertas de
romero, es su significado).
PERSONAJES BÍBLICOS FEMENINOS
Alrededor de la imagen, es decir, a la entrada y salida del camarín, están
decoradas las paredes con personajes bíblicos femeninos. Ya lo decía el otro día,
el recinto, su decoración central, es un canto a la santa femineidad. Femineidad
elogiada en el Antiguo Testamento, sea Rut, Judit u otras. Más santas mujeres
están representadas en la escalinata de subida, dentro del mismo santuario. Una
ilustración, que aparece hoy, se refiere a las santas mujeres Perpetua y
Felicidad, señora una, sirvienta o esclava la otra, que el martirio las santifico sin
distinguir entre diferencias sociales.
ÁNGELAS
No quiero olvidar una particularidad que me gusta resaltar siempre, pese a ser
banal. A los seres angélicos, les atribuimos el sexo masculino, artículos y
adjetivos calificativos así se expresan, pese a afirmar acertadamente que los
ángeles no tienen sexo, pero las imágenes plásticas siempre son femeninas. Es
decir si miramos un dibujo o una figura, deberíamos acertadamente llamarles
ángelas. En las pinturas de Obiols, que decoran los lugares a los que me estoy
refiriendo y otros, por ejemplo, de la sacristía, los aludidos personajes son de
total apariencia masculina. Ignoro si hay otras excepciones.
RELIQUIAS
Nuestra cultura cristiana latina, valora poco las reliquias de los santos, excepto
en contadas ocasiones que no quiero entretenerme en nombrar, tampoco
referirme a tiempos pasados. Pues bien, no ocurre lo mismo en las comunidades
cristianas orientales. Lo que digo, viene a cuento de lo que vi un día en la
preciosa sacristía del santuario. A varios prelados orientales les mostraba un
monje el “altar de las reliquias” que guarda el monasterio. Con sinceridad diré
que más que altar, a mí me parece un digno y rico armario o una vitrina de
joyería u orfebrería sacra, pero ellos lo contemplaban con profundo respeto y
piedad. (Pensaba en este esto cuando el otro día supe, que un regalo del Papa
Francisco al Patriarca Cirilo, con motivo de su encuentro en Cuba, había sido una
reliquia de San Cirilo).
RECINTO DE LA EUCARISTÍA
Me refería la semana pasada al recinto de la Eucaristía y a la devoción que había
observado en aquel lugar. Añado ahora que estando anclado en la misma nave,
está, no obstante, aislado por puertas transparentes de cristal, que evitan
posibles sonidos armónicos, o no tan armónicos, surgidos de la basílica, tanto
posible música, como impropios parloteos de gente que pasa.
No olvido los confesonarios. Más de una vez he aconsejado a personas que
solicitaban mi ayuda en este sentido, que fueran a Montserrat para hacer allí una
confesión general de sus pecados con motivo, por ejemplo, de su próxima boda,
y creo que acerté en mi recomendación. Por otra parte, estando hablando alguna
vez, charlando mejor sería decir, con un monje, por alguno de los tantos
rincones que hay en el monasterio, me ha interrumpido diciéndome que debía
dejarme, ya que le tocaba bajar a confesar.
EN EL CONFESIONARIO
Otro sí. Un día fui a Montserrat al entierro del P. Cassià Just, anterior Abad del
monasterio. Me rogaron que asistiera al acto desde el confesonario. Es decir,
todos los monjes deseaban concelebrar la misa, ya que el difunto era muy
querido por toda la comunidad. Era muy legítimo su deseo y accedí, ahora bien,
me decían que no podían olvidar el ministerio del perdón a los que lo deseasen
recibir. Ni recuerdo lo que escuché, ni podría contar nada de ello,
evidentemente, pero sí dar ahora mi impresión personal respecto a la actitud de
los penitentes. Acudieron al confesonario personas que querían hacerlo con
particular interés y fervor, no por rutina. Tal era su actitud, que me sentí
obligado a advertir que yo no era monje, sino sacerdote secular, que substituía
al que en aquel momento estaba concelebrando en el presbiterio. Ninguna de las
personas a las que se lo advertí se alejaron, pero yo no pude olvidar la
impresión que me causaron. Fue algo semejante a las confesiones en las JMJ de
Madrid, en aquel inolvidable paseo del perdón donde me ofrecí a hacerlo.
LA SALVE
Muchas personas, devotos fieles, interesados por la belleza o simples turistas,
acuden al mediodía a escuchar la Salve que canta la famosa escolanía. He de
señalar que momentos antes del inicio, un monje saluda a los presentes e invita
a rezar en silencio. Este anuncio se hace en diversas lenguas, además de las dos
propias del lugar: el catalán y el castellano. Acaba el “miniconcierto” con el
canto fervoroso y entusiasta del Virolai, himno del que ya hice mención, los
asistentes se levantan y de pie cantan entusiasmados. Es una experiencia
admirable.
Sobre las fotos.- Fotografias de nuestro cronista en esta seccion de Reportaje
pueden admirarse más si entramos en nuestro "historico", Link Consultar
Ediciones en otros reportajes de Pedrojosé Ynaraja,