Montserrat, la Comunidad
Padre Pedrojosé Ynaraja
Mi reportaje no podrá ser hoy objetivo, si es que los míos lo han sido alguna vez.
Tampoco el lector me lo exigirá, para esto ya están, más o menos acertadas y
precisas, las guías azules, la verdes, las de color canela, etc.
El P. Abad Cassià Just nos visitó un día oficialmente a los de La Llobeta, no
cabíamos de gozo tal era el honor que nos hacía. Su sucesor, P. Bardolet, fue
compañero mío de enseñanza media. El actual, P. Soler, nos conocemos y
discutimos desde hace años. Con respeto y admiración, como si fuera de igual a
igual, que no lo somos. Al Prior no me sale llamarle padre. Ignasi Fossas vino a
mi encuentro hace años, siendo estudiante de 5º de bachillerato, para que le
explicara la situación geográfica de Getsemaní, ya que su profesor les dijo que lo
de que Jesús se entregó por nosotros, nada de nada, no era cierto, que lo
apresaron astutos guardas, sin que pudiera escaparse. Esto era contrario a lo
que él creía, lo que en familia había aprendido, lo que había sencillamente
estudiado. No podía ser más acertada su pregunta. Aquel paraje lo conocía yo
muy bien, su situación, lo que le pasó allí al Señor y las posibilidades que tenía
de huir las sabía bien. Así empezó nuestra amistad. Pues bien, estudió y acabó
la carrera de medicina, vino conmigo a Israel, Palestina y el Sinaí, se hizo
monje, fue ordenado después presbítero y desde hace unos años ocupa el
ministerio para el cual le escogió el abad. Adelanto que, pese a tales realidades y
simpatías, no soy fanático admirador de todo lo montserratino. Congenio con las
opiniones de unos, no estoy de acuerdo con las de otros.
VOCACIÓN CONTEMPLATIVA COMUNITARIA
Para juzgar un monasterio benedictino debería uno tener presente la
idiosincrasia propia de esta vocación contemplativa comunitaria. Desde el lugar
donde se asientan los cenobios, hasta sus bibliotecas, sus archivos, sus monjes
escritores, sus farmacopeas, herbolarios y botes de remedios y licores. Amén de
la responsabilidad histórica que le otorga tintes políticos en muchas ocasiones.
No quiero referirme en este aspecto a Montserrat, que hay mucha verdad y
mucho engaño en el convenir de las gentes, las próximas y las lejanas. El origen
de esta comunidad siglos pasados, estuvo en la abadía de Ripoll, que fue una de
aquellas que engendraron, junto con el camino jacobeo y las catedrales góticas,
la cultura europea.
Una abadía es un organismo autónomo que, en este caso, no en todos, sigue la
regla de San Benito, padre de Europa. Antiguamente, el que entraba,
seguramente un chiquillo, se comprometía a la estabilidad en el monasterio y a
la obediencia al abad. Ni siquiera muerto salía. En el mismo territorio tenía el
cementerio. Lo de “ora et labora” vino después, también los votos de pobreza,
castidad y obediencia. No lo digo porque inicialmente no fuesen fieles a estos
consejos evangélicos, sino porque no los tenían explicitados.
EL CORO
Me parece que la actual comunidad de Montserrat ronda los 80 o 90 monjes. Los
momentos de encuentro diarios son los de celebración litúrgica en el coro de la
basílica. La música, sin ser esencial, es la peculiar expresión de oración de un
benedictino, junto a la Lectio divina. No se ha llegado en este monasterio a
abandonar del todo el tradicional gregoriano, pese a que se escuchen
comúnmente otros géneros musicales.
En el caso de este monasterio es importante el coro juvenil, casi infantil, llamado
escolanía, prestigiosa escuela de música religiosa, sin que los pupilos abandonen
los estudios civiles correspondientes, que reciben allí mismo. Embellecen muchas
celebraciones y cantan diariamente, si en el monasterio están, la Salve y el
Virolai. Destaca también el reciente fabricado e instalado órgano.
LA EXARQUÍA DE ATENAS
Pretender que dé una opinión de la comunidad supondría poseer un polifacético
ojo de mosca, que no sé cómo el bicho debe ser capaz de coordinar cada una de
las señales que recibe en su minúsculo cerebro, dicho sea de paso. A la amistad,
amor paralelo al matrimonial que no se olvide es, trato de serle fiel y
frecuentemente recibo pruebas de ellos también. No quiero olvidar un ejemplo
reciente. Hace poco ha sido promovido un monje, Manuel Nin, al ministerio
episcopal de rito oriental-católico, en Atenas. Tratándose de esta Iglesia, debería
haber dicho exarca de la exarquía de Atenas. Un encargo que si bien implica
honores, supone grandes dificultades, estoy seguro. Le envié un e-mail
deseándole que su nombramiento fuera enhorabuena y prometiéndole mis
oraciones. Era alrededor de las once de la noche. A la mañana siguiente, por allá
a las ocho, ya recibí respuesta agradecida
Que esta muestra y las deferencias que he recibido de otros monjes ilustres por
su saber y categoría eclesial (P. Franquesa, “monstruo” de la reforma litúrgica
postconciliar. P. Guiu Camps, eminente exegeta, son los que ahora se me
ocurren, sin ser los únicos) no significa esto que yo sea conocido por el conjunto
de la comunidad. La mayoría de ellos me ignorarán, evidentemente.
SALA CAPITULAR
Continúa la crónica. Si el coro es el lugar de la oración litúrgica, la capilla lateral
de la Reserva Eucarística sería la propia de la oración privada, pero no, ahora he
sabido que en el interior del monasterio, la llamada capilla abacial, es el lugar
que les resulta más acogedor y discreto para la tal plegaria. Vaya de paso decir
que en este recinto la Eucaristía se guarda en una “paloma eucarística”, cosa
poco común en la Iglesia occidental.
La Sala Capitular es el recinto más solemne, el de tomar decisiones importantes
y recibir habitual instrucción en la regla de San Benito y para otros menesteres
notables que ignoro. No puede faltar en ningún monasterio y generalmente se
distingue por estructura interior y su decoración más o menos solemne, nunca
vulgar.
Uno de los monjes es el rector del santuario, algo así como el párroco. Otro el
sacristán mayor y no sé cuántos cargos, servicios, más, tiene la comunidad
respecto a la basílica. La ocupación complementaria, el trabajo, es sumamente
variado. Desde jardinero, hasta investigador, profesor académico, ceramista,
sastre, antes también cocinero. La portería compruebo que es ocupación de
varios monjes, que se alternan.
SOLEMNE REFECTORIO
El comedor, refectorio en vocabulario monástico, también es solemne. Los
huéspedes ocupan lugar preferente y son servidos por el mismo monje que a los
demás comensales. Ciertos huéspedes porque, evidentemente, al monasterio
van otros que lo hacen en el lugar destinado a ellos en adjunta hospedería,
también casa de espiritualidad.
Hay un hecho anecdótico que me gusta explicar. En la mesa siempre se sirve
vino. San Benito ya se refería a ello, cosa que en la cuenca mediterránea no es
ningún lujo. Otra cosa es el café, que en aquellos tiempos, y en estas tierras,
nadie conocía. El café en la mesa es propio de días señalados. Pero fuera de ella,
en otro recinto que es lugar cotidiano de encuentro y de conversación, quien lo
desea, lo bebe a diario, creo saber.
Una peculiaridad de la vida consagrada, de casi toda ella, es la clausura. La
noción es evidente, otra cosa son sus límites que ni en Montserrat, y en otros
monasterios o conventos, he llegado a saber cuáles puedan ser sus fronteras.
Me he movido siempre con total libertad, no sé si a todos se les otorga este
privilegio. Evitando, por descontado la celda individual. Pero a la que en alguna
ocasión he entrado, por encontrarse gravemente enfermo el monje amigo.
EL MUSEO
En Montserrat hay un museo. Una pinacoteca, una sala de arte, una colección de
arqueología relacionada con el mundo bíblico, o como se la quiera llamar. El
contenido puede ser profano, autores notorios antiguos y contemporáneos,
lejanos o visitantes del lugar que lo fueron cuando vivían. Pienso ahora en Pruna
que además de cuadros dejó alguna pared interior decorada. Obras de Monet,
Casas, Caravaggio, Viladomat, El Greco, mi admirado Roual, discípulo del gran
ogro espiritual que fue León Bloy, Picasso, Dalí, Degas, Renoir, el gran místico
judío que me entusiasma Chagall, Le Corbusier, etc. he citado de memoria
autores que me encantan. Piénsese como se quiera, un monasterio es un arcón
de belleza, aquella que salvará el mundo, que decía Dostoievski. También un
lugar seguro de conservación de obras de arte, fiel a ello he cedido alguna cosa
de mi propiedad y que según donde pudiera ir a parar a mi muerte no estaría
bien conservada ni al alcance de cualquiera.
LO QUE ES MONTSERRAT
Original y asombrosa montaña o conjunto de montañas. Santuario a donde
acuden fervorosos devotos de la advocación de la Virgen allí representada por
una preciosa imagen románica. Iglesia que celebra los sacramentos y donde se
otorga la Gracia. Comunidad orante, celebrante, sin por ello vivir sin trabajar.
Escuela de música. Todo ello y mucho más es Montserrat y de una manera
inigualable. Que no significa que sea la única “creme de la creme” que exista en
el seno de la Santa madre Iglesia, pero que goza de singulares cualidades que
nadie le quita, pese a que algunos se fijen o sepan del monasterio, algunas
posturas que no son de su agrado. Otras tampoco del mío, gozan de particular
aprecio y reconozco el gran valor cristiano del Santuario-Monasterio.
Sobre las fotos.- Otras fotografias de nuestro cronista en esta seccion de
Reportaje pueden admirarse si se accede nuestro "historico", Link Consultar
Ediciones, en otros reportajes de Pedrojosé Ynaraja.