Infiel de corazón
P. Adolfo Güémez, L.C.
Vivimos en un mundo que no sólo justifica las infidelidades matrimoniales a través de los
medios de comunicación, sino que llega incluso a celebrarlas en los corrillos de amigos y
amigas.
Lamentablemente, el fenómeno de las infidelidades está cada día más difundido. Y, en
algunos círculos, puede incluso llegar a parecer como algo normal.
¡Esto no lo podemos permitir! Una sociedad donde la infidelidad es parte de ella misma,
será una sociedad dividida, sin horizontes de felicidad y plenitud, llena de inseguridades y
de amenazas.
¿Qué hacer ante esto? Lo primero, ¡cuiden su corazón! El de cada uno y el del otro. La
infidelidad no es siempre un problema de una de las partes del matrimonio, sino que
muchas veces es generado por los dos. Por descuidos voluntarios, indiferencias cuotidianas,
así como por frialdades aceptadas y vividas como parte de la normalidad.
Cuidar el corazón significa no perder los detalles. No dejar de lado lo importante a costa de
lo urgente. En un matrimonio donde las pequeñas cosas de cada día se han perdido,
entonces se terminarán perdiendo también las grandes.
El despertarse con una sonrisa, mensajearse durante el día simplemente para saludarse,
recordar las fechas y lugares importantes para su relación, comprar algún detallito sólo por
el hecho de mostrarle a la otra persona que se pensó en ella, salir solos al menos una vez a
la semana, etc., todo esto es el alimento diario que la pasión y el amor necesitan para no
morir de frío.
Hay que recordar, además, que a las grandes caídas no se llega de un día para otro. Nadie es
infiel simplemente porque se le presentó la oportunidad. Las infidelidades se cocinan a
diario, con miradas cómplices, mensajes subidos de tono, conversaciones impropias y,
finalmente, situaciones riesgosas.
Si no quieres caer en ellas, entonces cuida tu entorno. ¡Fuera de ti todas estas cosas que
prepararan y predisponen tu corazón a una infidelidad!
Pero fiel no es sólo quien no duerme con otra persona. Fiel es el individuo que todos los
días le da al otro su lugar. Quien se la juega por él/ella. Quien busca no sólo mantener el
amor, sino hacerlo crecer día a día.
Tal vez la fidelidad a mucha gente le parezca aburrida precisamente por esto, porque la
reduce a una terapia de “mantenimiento” del amor, y no a un compromiso de hacerlo crecer
cada día.
Fiel es quien ama tan apasionadamente, que no puede no hacer crecer este amor cada día
más.
Fiel es quien está dispuesto a todo con tal de honrar a la persona amada.
Fiel es quien, sin importarle la opinión y los actos de los demás, se concentra en su pareja
para agradarle y hacerle la vida feliz.
Fiel, por último, es quien reconociendo su propia debilidad, acude a Dios como cómplice
de una relación que no tiene límites en el amor y la felicidad.
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