¿Cómo es mi testimonio?
Un hecho que cambió la historia
Pbro. José Martínez Colín
1)
Para saber
A partir de que aquellas buenas mujeres, como nos cuenta el
Evangelio, descubrieron el sepulcro de Jesús vacío y se les anunció
la resurrección de Jesucristo, el mundo ya no iba a ser el mismo. La
buena nueva de la resurrección de Cristo empezaba así su viaje a
través de la historia, como una ola larga, tranquila y majestuosa,
que nadie ni nada iba a poder detener.
Afirmaba el Papa Francisco que “la Pascua es el
acontecimiento que ha llevado la novedad radical para cada ser
humano, para la historia y para el mundo: el triunfo de la vida sobre
la muerte”.
Por ello la Iglesia cada año celebra la Resurrección de Cristo
de modo especial durante 50 días, es el tiempo pascual. Un tiempo
en el que nos acompaña el clima alegre de la Resurrección. El Papa
nos invita a “entrar en el misterio, para que su gracia se imprima en
nuestro corazón y en nuestra vida… es el anuncio que la Iglesia
repite desde el primer día: ¡Cristo ha resucitado!”
2) Para pensar
El pueblo ruso venera y ama, más que a otro santo, a san
Serafín de Sarov. Este hombre vivió en el siglo XVIII. En su niñez
fue curado por la Virgen María. Ya joven, pasó unos diez años en un
bosque, sin pronunciar una sola palabra, ni siquiera con el hermano
que de vez en cuando le llevaba comida. Al cabo de este largo
silencio fue enviado otra vez por Dios en medio de los hombres.
Cuando alguien acudía a su monasterio -cosa que ocurría cada
vez con más frecuencia-, él iba a su encuentro y le decía con júbilo:
«Tesoro mío, ¡Cristo ha resucitado!».
Esas simples palabras, pronunciadas por él, bastaban para
cambiar el corazón de aquella persona y todo su entorno. Su voz
tenía el timbre de la voz del ángel. La Resurrección de Cristo se
hacía presente en quien lo escuchaba y lograba transformarlo.
Después de haber vivido la Cuaresma hemos de escuchar ese
anuncio y reafirmarnos en la fe.
3) Para vivir
El acontecimiento de la Resurrección no es sólo un hecho
pasado, sino que repercute en todo bautizado, pues con este
Sacramento también se resucita: se pasa de la muerte a la vida, de
la esclavitud del pecado a la libertad del amor.
El Papa invita a no cansarse de repetir que “¡Cristo ha
resucitado!” y, además de repetirlo de palabra, sobre todo repetirlo
con el testimonio de nuestra vida: “La buena noticia de la
Resurrección debería transparentarse en nuestro rostro, en nuestros
sentimientos y actos, en el modo cómo tratamos a los otros”.
Termina diciendo el Papa Francisco que “nosotros anunciamos
la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos
oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los otros:
cuando sabemos reír con quien ríe, y llorar con quien llora; cuando
caminamos junto a quien está triste y está a punto de perder la
esperanza, cuando contamos nuestra experiencia de fe a quien está
en la búsqueda de sentido y de felicidad… La fe en la resurrección
de Jesús y la esperanza que Él nos ha llevado es el don más bello
que el cristiano puede y debe ofrecer a los hermanos. A todos y
cada uno”.