ROCAS EN LA BIBLIA
Padre Pedrojosé Ynaraja
Reconozco ahora que debería haber titulado minerales, mejor que rocas, pero lo
escrito, escrito está, como dijo aquel gobernador. He consultado enciclopedias
por si mencionaban metales diferentes a los que últimamente he dedicado mis
comentarios. Nada he encontrado, existieron ciertamente como impurezas del
hierro o del cobre, a los que conferían características peculiares, pero no se
explicitan sus nombres.
Con anterioridad a los metales, el hombre primitivo se sirvió de las rocas. En sus
grietas o en sus oquedades naturales, buscó refugio. Más tarde la cerámica,
polvo de roca es la arcilla, no se olvide, con la que se elaboraron adobes y
ladrillos para albergarse y defenderse, fue eficaz ayuda. Posteriormente escogió
de entre ellas las que le permitirían obtener utilidades hogareñas.
Prescindo ahora del texto bíblico. Cuando uno se mueve por Tierra Santa
observa principalmente dos clases de rocas. Las basálticas al norte, en la baja
Galilea, orillas del Lago incluidas y las calcáreas por el resto del país. Pese a ser
tan abundante el cuarzo en la corteza terrestre, no es fácil encontrárselo por allí.
He visto fragmentos de sílex, obscuros los observados. No dudo de que haya de
otros tonos, ya que tengo fragmentos de puntas de flecha y esquirlas del mismo
material de 10 000 años anteriores a nuestra era, procedentes, de acuerdo con
los informes facilitados, de la cuenca del Jordán.
CALIZA
La caliza con que se edificó el Templo de Jerusalén es compacta. La de las calles
de la ciudad también. La de la cantera abandonada donde se sitúa el Calvario no
lo es tanto. Seguramente por ello se renunció en tiempos de Jesús a su
explotación con fines de edificación de casas o murallas y se emplazó en aquel
lugar el sitio adecuado, según normas del tiempo, para las ejecuciones. Digo que
no es compacta, pero no tan blanda como la de Nazaret, que semeja una toba
caliza, de aquí la facilidad con la que se excavaban las casitas, mitad de
paredes, mitad cuevas, que todavía, afortunadamente, podemos ver, fruto de
excavaciones recientes.
Como la de la misma “gruta de la Anunciación”, bien conservada la parte que
queda y donde he estado muchas veces y celebrado misa. Lo que digo no es
fruto de estudios geológicos, simple experiencia personal. He fragmentado con
dificultad roca de la montaña Olivete, en el mismo Getsemaní, con alguna
dificultad. Supongo que más bien será dolomita. Tengo fragmentos del Calvario
y del santo Sepulcro y de la casita de Santa María. Blancos todos, dureza 3 la
calcita, cercana al 4, la que creo es dolomita, del valle de Josafat. Solo en una
ocasión he encontrado cristales romboédricos de calcita, fue precisamente en la
rampa por la que subió el ejército romano, para acabar con los zelotas que se
habían atrincherado en Masada. No sé si encontrará en otros sitios.
BASÁLTICAS
Me refiero ahora a las basálticas, de composición compleja y origen volcánico.
Impresiona a uno la visita a las ruinas de la antigua Corozaín. Observar lo que
queda de su antigua sinagoga, en la cual, dicho sea de paso, se encontró una
“cátedra de Moisés”, de la que habló Jesús, la única que he visto, conservada
ahora en el Museo de Israel. Impresiona el conjunto por la negrura y aspereza
de sus construcciones. Recuerda uno las maldiciones del Señor y se examina de
la propia conducta, por si su conciencia fuera negra y áspera a los ojos de Dios y
mereciera el mismo castigo.
COROZAÍN Y CAFARNAÚN.
He mencionado Corozaín porque es un buen ejemplo para compararla con
Cafarnaún. Debería ser esta última, toda ella, del mismo tono oscuro, roca
basáltica, propia de la zona. Ahora bien, destaca en la segunda, la blancura de la
sinagoga que uno está viendo. Este edificio no es del tiempo de Jesús, es
bastante posterior. Una de las hipótesis es que fuera obsequio de Juliano el
apóstata, con la intención de borrar el recuerdo del Galileo, que tanto le
enojaba. Así me lo conto un buen exégeta, aunque no lo veo corroborado por
otros autores.
Estas rocas basálticas fueron utilizadas para el empedrado de las vías públicas y,
según cuenta Flavio Josefo, las piedras negras con que Salomón hizo pavimentar
el acceso a Jerusalén, también lo fueron.
TEXTO BIBLICO
Consideradas de otra manera y acudiendo al texto bíblico, en él se menciona el
mármol y el alabastro. Carbonato cálcico uno, sulfato cálcico el otro, de diferente
dureza, pues. Para mi sorpresa, he visto mencionado el pórfido, roca que
desconocía. Ni se la mencionaba en mis estudios de bachillerato. La primera vez
que supe de su existencia, fue en la descripción de la tumba de San Pedro,
situada junto a un muro de tal material. Únicamente la he visto más tarde en la
Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona. Se trata de una de las grandes
columnas que sostienen la parte central y más elevada del templo. Dura,
preciosa, bien pulida. De color pardo-rojizo. Aparece en el texto revelado en: Est
1, 6. Dice así: “Había colgaduras de lino fino, de lana y de púrpura violeta,
fijadas, por medio de cordones de lino y púrpura, en anillas de plata sujetas a
columnas de mármol blanco; lechos de oro y plata sobre un pavimento de
pórfido, mármol, nácar y mosaicos”.
Añado las menciones de las otras rocas que mencionaba. Mármol: Ap 18,12
“cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y púrpura, seda y
escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de objetos de marfil, toda
clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol; I Cro
29,2 “. Con todas mis fuerzas he preparado, con destino a la Casa de mi Dios, el
oro para los objetos de oro, la plata para los de plata, el bronce para los de
bronce, el hierro para los de hierro, y la madera para los de madera; piedras de
ónice y de engaste, piedras brillantes y de varios colores, toda suerte de piedras
preciosas y piedras de alabastro en abundancia” Lc 7,37 “Había en la ciudad una
mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo,
llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él,
comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su
cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume” Mc 14,3
“Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino
una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de
mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza” . Mt 26,7 “se
acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y
lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa” (Advierto que, pese a
llamarse así, estos recipientes no eran, propiamente, de alabastro sino de una
materia cristalina. En el museo de la Flagelación, en Jerusalén, hay algunos)