Reconocernos pecadores
Las Tres Bardas
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Durante la primera Audiencia General de abril, el Papa
Francisco continuó con las catequesis sobre la misericordia de Dios.
Habiendo terminado sus consideraciones sobre el Antiguo
Testamento, inició ahora sus reflexiones sobre cómo Jesús lleva a su
“pleno cumplimiento” la misericordia, en el Nuevo Testamento, con
su culmen en el sacrificio de la cruz.
Para recibir la misericordia de Dios, lo primero que hay que
hacer es saberse necesitados de ella, y eso solo lo haremos si nos
reconocemos pecadores. Sucede como el enfermo que necesita
reconocer que lo está, para aceptar un tratamiento.
El reconocerse pecadores, además, ayuda a ser comprensivo
con las faltas y errores de los demás. Es muy fácil señalar y criticar
los errores de los demás, sin ver que nosotros mismos tenemos
también nuestras miserias. Si nos reconocemos débiles,
comprenderemos la debilidad ajena y evitaremos hacer juicios
severos sobre su actuación.
2) Para pensar
Se cuenta que un discípulo llegó muy agitado a la casa de
Sócrates y empezó a hablar de esta manera: “Maestro, quiero
contarte como un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…”
Sócrates lo interrumpió diciendo: “ᄀEspera! ¿Ya hiciste pasar a
través de las TRES BARDAS lo que me vas a decir?”
El discípulo sorprendido preguntó: “﾿Cuáles tres bardas?”
“ᄀSí!, replicó Sócrates. La primera es la VERDAD. ¿Ya
examinaste cuidadosamente si lo que me quieres decir es verdadero
en todos sus puntos?”
“ᄀNo...!, lo oí decir a unos vecinos…”
Sócrates continuó: “Pero al menos lo habrás hecho pasar por
la segunda barda que es la BONDAD. ¿Lo que me quieres decir es
por lo menos bueno?”
“ᄀNo!, en realidad no, ¡al contrario…!”
“ᄀAh! -Interrumpió Sócrates-, entonces vamos a la última
barda… ﾿Es NECESARIO que me cuentes eso?”
“Para ser sincero, no…, necesario no es…”, respondió el
discípulo.
“Entonces -sonrió el sabio- si no es VERDADERO, ni BUENO, ni
NECESARIO...! Sepultémoslo en el olvido…”
3) Para vivir
El Papa nos invita a no temer en reconocernos y confesarnos
pecadores, pues la misericordia de Dios es capaz de perdonarnos
todo.
Y para comprender más claramente el gran misterio de la gran
misericordia divina, el Papa nos aconseja contemplar a Jesús
crucificado, quien estando para morir inocentemente por nosotros
pecadores, suplica al Padre: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo
que hacen’.
Esa misericordia se hace actual para cada de nosotros con la
fuerza del perdón que brota de la Cruz en el sacramento de la
Reconciliación y renueva en nuestra vida la gracia de la misericordia
que Jesús nos ha traído, señala el Papa. “No debemos temer
nuestras miserias. Cada uno de nosotros tiene las suyas. La
potencia del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se
acaba jamás. Y esta misericordia borra nuestras miserias”, afirmó el
Papa Francisco.
El Papa terminó invitándonos a reflexionar sobre el amor de
Jesús, quien “no ha traído el odio, no ha traído la enemistad: ¡nos
ha traído el amor! ¡Un amor grande, un corazón abierto a todos, a
todos nosotros! ¡Un amor que salva!... ¡El Hijo enviado por el Padre,
Jesús, es realmente el inicio del tiempo de la misericordia para toda
la humanidad!”
( articulosdog@gmail.com )