ADORNOS, JOYAS… (TRES Y BASTA)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Que le he dedicado demasiados comentarios a cosas bastante superfluas, tal vez
banales. El adorno corporal puede suplir lo que la naturaleza no presta en un
determinado momento. Los pómulos sonrosados artificialmente, aumentan la
expresión de alegría femenina, que con frecuencia tanto necesita el hombre. Los
grises azulados de los ojos, tal vez resalten la vitalidad de miradas interesados o
interesantes, o denoten melancolía, que estimule cierto interés de ayuda o
compasión. En muchos lugares, el maquillaje no es práctica exclusivamente
femenina, los varones también se pintan, seguramente para los mismos fines o
simplemente satisfacer su vanidad, que la inmodestia no es defecto
exclusivamente femenino Todo, pues, en el orden de la singularidad de la
naturaleza humana.
El adorno corporal puede ser consecuencia de creencias mágicas, de aquí su
malignidad, esto ocurre con el tatuaje, prohibido en general por ello, pero no
ignorado. Ahora bien, el profeta Isaías traslada a su pueblo, que desconfía de su
Dios: “pero dice Si￳n: « Yahveh me ha abandonado, el Se￱or me ha olvidado.
¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus
entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las
palmas de mis manos te tengo tatuada, Is 49,14)
En general corresponden a satisfacción de la vanidad que también alegra la vida
y embellece el paisaje. Cuando la vanidad se convierte en orgullo y deseo de
dominio, puede ser perversa y se puede expresar con la incorporación de
determinados signos. Un brazalete de bronce es expresión de poder y mando, en
el brazo de Esaúl, por ejemplo.
Junto con los cosméticos, el adorno personal consistía en colgantes de las orejas
o de la nariz. Collares de cuentas o medialuna. El anillo en el hombre, además
de expresar su condición social, servía para sellar documentos. Entiéndase, es lo
que para nosotros significa llevar un bolígrafo en el bolsillo, puede ser
ostentación de riqueza, si es de marca de prestigio, o para estar siempre presto
a firmar un certificado, un nombramiento, o un protocolo.
Hasta aquí lo referente a gente normal y corriente. En las prendas del Sumo
Sacerdote abundaban las señales que indicaban, por su belleza y valiosa
exclusividad, su categoría religiosa. Las hombreras tenían sobre sí dos piedras
de ónice. En el efod que pendía delante del pecho, estaban incrustadas doce
piedras, correspondientes a las doce tribus de Israel. Específicamente se anotan
cuales han de ser. 1. Piedra Sárdica o Cornalina, representa a la Tribu de
Simeón. 2. Piedra Topacio, representa a la Tribu de Dan. 3. Piedra Carbunclo o
Rubí, representa a la Tribu de Rubén. 4. Piedra Esmeralda, representa a la Tribu
de Leví. 5. Piedra Zafiro, representa a la Tribu de Isacar. 6. Piedra Diamante,
representa a la Tribu de Zabulón. 7. Piedra Jacinto, representa a la Tribu de
Judá. 8. Piedra Ágata, representa a la Tribu de Gad. 9. Piedra Amatista,
representa a la Tribu de Neftalí. 10. Piedra Berilo, representa a la Tribu de Aser.
11. Piedra Ónice, representa a la Tribu de José. 12. Piedra Jaspe, representa a la
Tribu de Benjamín.
En otras ocasiones, como en el caso del nácar o marfil, se trataba de
aplicaciones sobrepuestas, o marquetería. Cito algunos ejemplos (I R 10,18)
Hizo el rey un gran trono de marfil y lo revistió de oro finísimo. (I R 22,39) El
resto de los hechos de Ajab, todo cuanto hizo, la casa de marfil que edific￳…/ II
Cro 9,17 Hizo el rey un gran trono de marfil y lo revisti￳ de oro puro… (Am 3,15)
Sacudiré la casa de invierno con la casa de verano, se acabarán las casas de
marfil, / (Am 6,4) Acostados en camas de marfil, arrellenados en sus lechos /
(Ez 27, 6) De las encinas de Basán hicieron tus remos. El puente te lo hicieron
de marfil incrustado en cedro. / (Sal 45,9) mirra y áloe y casia son todos tus
vestidos. Desde palacios de marfil laúdes te recrean.
Sin que se trate de piedras, pero sí adorno de tejidos, advierto que cuando
leemos púrpura, colorante que era de tejidos, debido a su elevado precio, 12
caracoles del género murex se precisaban para obtener un gramo de colorante,
era solo asequible y exclusivo de prendas del Sumo Sacerdote o de mandatarios
de altísimo rango. En los otros casos, también en el manto que le pusieron a
Cristo como mofa, en realidad se trataba de telas teñidas de cochinilla, mucho
más barato el insecto, llegado seguramente de tierras de la actual Turquía, que
los moluscos marinos, traídos de tierras muy lejanas. (Nadie se extrañe, hasta
hace muy poco, los relojes de funcionamiento mecánico, se decía que tenían
determinados rubíes para sus ejes, cuando, desde lejanos tiempos, se trataba
simplemente de cristal)