MES DE LA MADRE
Hoy mientras mira la televisión no pude quitarme su imagen de mi mente.
Evidentemente su evocación no estaba unida a las referencias que sobre “El día de
la madre” la televisión presentaba.
Allí se hablaba de ofertas y obsequios, de objetos y tarjetas.
Me la imaginaba con su rostro pleno de juventud, su trato delicado y su sonrisa
brillante.
En ella todo es delicadeza y suavidad.
Durante mucho tiempo buscó el quedar embarazada.
Realizó variados tratamientos.
Todo parecía indicar que la maternidad no era para ella.
Hasta que un día, sorpresivamente para ella y su esposo, el embarazo irrumpió en
su vida.
Con grandes cuidados vivió los nueve meses del embarazo.
Nada era más importante, para ella, que cuidar aquella personita que crecía en su
vientre.
Un día le llegó el momento de ser madre y su vida se tornó distinta con aquel
milagro de vida que podía acunar entre sus brazos.
Atravesó su auto delante de mí para mostrarme aquella pequeña niñita que le
acompañaba.
Su sonrisa no podía ocultar la felicidad que le significaba la reciente maternidad.
Tiempo después me la volví a encontrar llevando en un cochecito a su hija.
Hablaba de su hijita con tanta dulzura que no había lugar para saber que la amaba
con locura y eso le hacía tremendamente feliz.
Hace unos muy pocos días la noticia llegó hasta mí.
Aquella niñita, que apenas esta despuntando la vida, había tenido un problema
grave de salud.
Estaba internada en la capital y debía ser sometida a una delicada intervención.
No debe ser un momento sencillo para aquella mujer que deseo tanto a su hija.
No debe ser un momento sencillo de enfrentar.
La noticia de la enfermedad de su hija debe de haber sido, para ella, más
desbastadora que la tormenta de Dolores.
Mientras miraba la televisión me la imaginaba apelando a su confianza en Dios.
Me la imaginaba rezando cada uno de los momentos que le tocan vivir.
Me la imaginaba sufriendo cada dolor de su pequeña hija.
Me la imaginaba sacando a relucir toda su maternidad para con su niña enferma.
La maternidad no es, únicamente, disfrutar cada logro de su hijo sino que es sufrir
con cada dolor.
La maternidad no es, únicamente, disfrutar su traviesos pasos sino acompañar la
difícil quietud de un pequeño lecho de enfermo.
La maternidad no es, únicamente, soñar con un futuro sino también aferrarse a un
“Dios querrá salga de esto”
En esa actitud es que me la imaginaba mientras la televisión me decía otras cosas.
La imagino instalada junto al lecho de su hija.
Mirándola para no perder detalle.
Sabiendo cuando sufre o cuando está calmada.
Sabiendo cuando está inquieta o cuando reposa.
Brindándole mil caricias que le hagan saber que está junto a ella.
Rezando con cada mirada para que Dios le bendiga con otro milagro.
Eso, también, es parte del ser madre y mucho no se habla de tal cosa ya que no
compra obsequios ni utiliza tarjetas para que sea posible.
Padre Martin Ponce de Leon S.D.B