Cuando citamos a otros
P. Fernando Pascual
21-5-2016
Continuamente aparecen citaciones de lo que otros dijeron o escribieron. ¿Por qué? Los motivos son
muchos.
En general, se trata de confrontarse con el pensamiento de quienes tienen cierta competencia en un
tema o, simplemente, se trata de personajes conocidos. Se les cita normalmente para alabar sus
afirmaciones, mejorarlas, criticarlas o rechazarlas. Sea cual sea la finalidad, lo que se busca es apoyarse
en lo afirmado por otros o corregirlo desde con otras ideas.
Este modo de proceder viene desde muy lejos. Platón analizaba y criticaba las ideas de otros filósofos
griegos. Aristóteles estudiaba lo dicho por otros, porque pensaba que gracias a investigaciones ajenas
resulta posible encontrar elementos de verdad o vislumbrar errores que habría que evitar a la hora de
emprender una nueva búsqueda.
A lo largo de los siglos, las citaciones de otros han sido algo común en millones de escritos,
conferencias, discusiones. Por desgracia, no siempre se repetía correctamente lo dicho por este o por
aquel pensador, sea porque se tomaban ideas fuera de contexto, sea porque se repetían de memoria
supuestas afirmaciones que no tenían garantías suficientes de ser auténticas.
Por eso, es bueno recordar dos deberes intelectuales que no podemos dejar de lado a la hora de citar a
otros. Primero, ver si la idea o frase atribuida a un pensador famoso fue realmente dicha por él.
Segundo, analizar si tal idea ha sido comprendida y analizada correctamente, según el contexto en el
que habría sido formulada.
Ello implica tener tiempo para verificar la frase en cuestión, para ver si procede realmente de este
pensador, y para leerla en su contexto. Lo cual no es nada fácil en un mundo lleno de prisas o de falta
de seriedad académica, sobre todo si algunas frases se han repetido millones de veces sin sopesarlas
seriamente.
Si logramos adquirir una actitud madura y reflexiva, y si queremos confrontarnos realmente con
quienes han pensado antes de nosotros, nos esforzaremos por actuar con rigor y profesionalidad ante
cada frase que sea atribuida a quienes han pensado y hablado sobre temas de interés. Así accederemos
de modo adecuado a sus observaciones, y podremos usarlas, criticarlas o mejorarlas con la seguridad
de que nos hemos esforzado por comprenderlas de la mejor manera posible.