COMEDOR ESPERANZA
Dos enormes focos iluminan con potencia el frente del lugar.
Desde lejos se puede ver una importante presencia de personas esperando.
Unos en una creciente cola con diversos tipos de tachos en las manos.
Otros sentados en una mesa delante de sus respectivos platos vacíos.
Todos esperan.
Un grupo importante van y vienen cumpliendo alguna tarea.
En un costado del edificio se encuentra “la cocina”
Antes era un fuego hecho con leñas sobre el piso, una gran parrilla donde se
apoyan inmensas ollas, unos nylon y abundante humo.
Hoy el techo de nylon ha sido sustituido por un prolijo alero de chapas pero todo lo
demás se conserva.
Con una gran pala de madera y una enorme espumadera se revuelve el guiso que
se está haciendo.
Ellos esperan.
Un poco más atrás un grupo de personas trabajan sobre una cantidad importante
de carne que deben guardar para otras comidas.
Los que esperan en la cola son los damnificados por el tornado que afectó la ciudad.
Los que esperan en la mesa es gente del SUNCA que está dando una mano
solidaria.
Los que esperan junto al fuego es la gente de la comunidad que se han puesto
sobre los hombros la tarea.
Todas las noches es posible ver la misma imagen.
La cola de gente está integrada por una variedad notoria de personas.
Las hay de todas las edades.
Esperan a la intemperie donde el frío y el viento se hacen sentir.
Hay hombres con rostros enjutos que esperan en silencio.
Hay mujeres con niños que esperan conversando.
Hay jovencitas que esperan mirando en todas las direcciones.
Los que esperan sentados en la mesa también están a la intemperie.
Llama la atención el silencio en el que se encuentran.
Unos en sus celulares, quizás en comunicación con sus familias lejanas esperando
noticias nuevas.
Otros, simplemente, en silencio después de una larga jornada de trabajo esperan la
comida para un posterior reparador descanso.
El “alma mater” de la comunidad se pasea observando todo con la esperanza de
que todos sean atendidos y se retiren conformes, una vez más. Él está para todo y
para todos.
Por allá, dentro del edificio, entre cientos de prendas cuidadosamente ordenadas y
clasificadas una señora espera la aparición de alguna solicitud con su sonrisa clara
que nace desde sus ojos.
Allí todos esperan puesto que todo es esperanza.
Esperanza de poder cumplir con el “Denles ustedes de comer” pronunciado por
Jesús.
Esperanza de mantener vivo el fuego de la solidaridad desinteresada.
Esperanza de estar cerca de quienes necesitan.
Esperanza de una comunidad que crece desde una actividad comprometida.
Esperanza de no defraudar a quienes confían en ellos.
Esperanza de ser lo más justos posibles y no prestarse para abusos.
Esperanza de poder cumplir sin la búsqueda de reconocimientos.
Por eso, al retirarme, sabía había estado en el “Comedor esperanza
Padre Martin Ponce de Leon S.D.B