Remedios para el enojo
“El amor no se irrita”
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Ahora el Himno de la Caridad se refiere a una actitud interna
de indignación por algo externo. El Papa Francisco enfatiza que la
ira es una agresividad íntima, una violencia interior, que “s￳lo nos
enferma y termina aislándonos”.
Sin embargo, no toda irritación es mala, pues podemos
indignarnos ante una grave injusticia y en ese caso indicaría una
actitud de juicio sano al no estar de acuerdo con el mal. Por
ejemplo, Nuestro Señor Jesucristo se irritó ante los que se
aprovechaban del templo, de un lugar sagrado, para robar y hacer
injusticias. Fue una “ira santa”, pues Nuestro Se￱or siempre tuvo
bajo control sus sentimientos y los supo llevar siempre por buen
camino.
Los sentimientos en sí no son buenos ni malos, dependen
hacia dónde están dirigidos. La irritación mala, de la que habla san
Pablo, es consentir un mal sentimiento contra otra persona. Se ha
dicho antes que el amor busca el bien del otro, y la ira lleva a no
amar, sino desear un mal.
2) Para pensar
Algunos personajes, cegados por el descontrol de su ira,
cayeron en acciones ridículas. Tal fue el caso del rey de Persia
Jerjes quien escribió una carta amenazadora a la montaña Atos
porque sus rocas no se dejaban cortar fácilmente. O del emperador
Ciro, quien se detuvo, perdiendo la ocasión de conquistar en ese
momento Babilonia, para secar un río en que se había ahogado un
caballo.
César Augusto, a su vez, después de una tormenta en que
estuvo a punto de perecer, no hizo, como otro príncipe, dar al mar
trescientos azotes, pero mandó que a Neptuno, dios de los mares
en la mitología, se le borrara del número de los dioses.
Decía Pitágoras que “la ira se halla en muchos animales, la
sabiduría solo en el hombre”.
3) Para vivir
Importa tener en cuenta que una cosa es sentir la ira y otra es
consentirla, lo cual depende ya de nosotros.
¿Qué hacer con la ira?
Primero, saber que la ira enferma y produce graves problemas
en uno y en los demás.
En segundo lugar, el consejo de Séneca: "el mejor remedio
para la ira es la dilación." Es conveniente saber esperar hasta que la
ira disminuya. ¡Cuántas cosas se dicen cegados por la ira de las
cuales después uno se arrepiente y quisiera no haberlas dicho! Por
eso es mejor esperar. Thomas Jefferson sugirió: "cuando estés
enojado, cuenta hasta cien antes de hablar". Estos consejos
antiguos han resistido la prueba del tiempo y ¡funcionan! Es
interesante observar cómo se actúa de manera tan diferente
después de unas horas de que sucedió el hecho que tanto le
molestó.
Y en tercer lugar, lo más cristiano, como aconseja el Papa,
ante “una molestia que nos causen los demás debería ser ante todo
bendecir de corazón, desear el bien otro, pedir a Dios que lo libere y
lo sane”. Aunque parece muy difícil, no olvidemos, que para vivir
ese “amor que no se irrita” contamos con la gracia, con ayuda de
Dios, para cambiar incluso un estilo o manera de comportamiento y
reaccionemos más positivamente. Algunos aconsejan reír ante una
ofensa o provocación y luego olvidar la ofensa. Esto ayuda a no
reventar con ira.
El beato Álvaro del Portillo aconsejaba en una ocasi￳n: “No
seáis impacientes, porque la impaciencia es la hermana pequeña de
la ira. A base de no reprimir las impaciencias, se cae en la ira, que
es uno de los pecados capitales”.
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