Panissars, casi desconocido (II)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Al lugar del que hablo no se desplazan las agencias, advierto que pocas
indicaciones se dan por carretera. Le falta grandiosidad. Pero, ya se sabe, como
decía el Principito, “lo importante no se ve con los ojos de la cara”, o ya afirmó
Pablo: “las cosas visibles son pasajeras, más las invisibles son eternas” (II Cor
4,18). Debe uno acudir, cuando está en Panissars, a estimular la imaginación
con datos que le aporta la historia, con el ánimo de quien está saboreando la
riqueza silenciosa de un desierto.
LA VÍA ROMANA
Si lo que centra el lugar es la vía romana, la que iba desde la capital del imperio
hasta Cádiz y que llamó la atención de constructores y caminantes el hecho de
ser el lugar más elevado, también interesó al emperador Cneius Pompeius
Magnus, (del 106 al 48 aC), que quiso dejar testimonio de su poder, mandando
edificar un Arco de Triunfo, del que colgarían trofeos, testimonio de sus
victorias. Del tal monumento no queda otra cosa que sus bases. Costumbres de
los tiempos, cuando se efectuaron edificaciones posteriores, religiosas o
militares, se acudió a la piedra más cercana y ya labrada, la de este testimonio
clásico. La misma suerte sufrió el templo levantado en honor de la Venus
Pirenaica. El pueblo romano era sumamente religioso, de tal manera que
incorporaba las divinidades del lugar a sus panteones, sin distingos, ni cálculos,
ni jerarquías, lo importante era no olvidarse de ningún dios o diosa que pudiera
existir. Así que si hubiera de reedificarse los antiguos monumentos, debería
acudirse a desmontar muros cercanos, servidores de posteriores menesteres.
IGLESIA EN HONOR DE LA VIRGEN
Ya he dicho que solo quedan los vestigios de sus cimientos. Posteriormente a la
caída del imperio romano, se edificó en el lugar una iglesia en honor de la
Virgen. El documento más antiguo que menciona esta iglesia data de 1011, se
trata una bula del Papa Sergio IV al monasterio de Arles que menciona la iglesia
de Santa María de Panissars, bajo la protección del conde Bernat (Tallaferro) que
por entonces regia el condado de Besalú. Lo curioso de la planta de esta iglesia
es que es más ancha que larga, cosa inaudita tratándose del estilo románico,
detalle que delata que se aprovechó para levantarla los cimientos que seguían el
perímetro del templo de Venus.
GUERRAS Y TRATADOS
Por el lugar habían pasado antes las tropas árabes a conquistar la Galia y
volvieron a pasar derrotadas, camino del sur. Se estableció posteriormente y
junto a la iglesia que he hablado, un priorato monacal, sometida a la abadía de
Arles, que posteriormente pasó a depender de la de Ripoll. Guerras entre países
del norte contra el sur, se centraron en este lugar. Aquí tuvo lugar la batalla que
enfrentó a Pedro el Grande, de la corona de Aragón, contra Felipe III de Francia.
El Tratado de los Pirineos estableció la frontera que resultaría ya definitiva y los
franceses con el material pétreo que podrían conseguir de lo que quedaba del
monumento romano y para defender su territorio de los ejércitos españoles,
levantó el Fuerte de Bellegarde, que de alguna manera es el que subsiste
todavía hoy.
¿CÓMO ME ENTERÉ?
Si he dicho que el lugar no es famoso, se puede preguntar el lector: ¿cómo me
enteré de que existía este sitio del que me siento tan interesado? Desde el inicio
quería compartirlo con los lectores. Un amigo sacerdote, Mn Dasquens, me habló
un día de un buen párroco, al que desea presentarme. Fuimos a La Junquera,
que ya dije es parroquia de la diócesis de Gerona, frontera con Francia. Lo es
tanto, que solo le separa la carretera, al otro lado de la cual Le Pertus, es de
administración francesa y diócesis de Perpignan. Tanta es la proximidad y tal era
la confianza que merecía el buen sacerdote, que servía a las dos entidades y
asistía a las reuniones del presbiterio de los dos obispados.
JUAN PABLO I
La primear sorpresa que tuve fue que la fachada sur de la iglesia parroquial, es
de estilo románico y su portal sencillo parece que haya servido de diseño para el
que aparece en el papel moneda euro. Mn Eduard Vivas Llorens, de suma
amabilidad, quiso al saludo y acogida, añadir su buen compartir sacerdotal. Nos
contó una anécdota que no quiero omitir. Un día llamaron a su puerta dos
sacerdotes italianos, solicitando visitar la iglesia y posteriormente servirse del
WC. Pasaron juntos un buen rato. Al marchar, le dijo que si un día iba por
Venecia, le gustaría mucho recibir su visita. Él, prudentemente, le dijo ¿y cómo
le encontraré? No se preocupe, le contestó, allí todos me conocen. Miró la tarjeta
que le había entregado y supo entonces que se trataba del Patriarca de Venecia.
El que después sería Papa Albino Luciani, el de la sonrisa, que escogió por
nombre Juan-Pablo I y duró como Obispo de Roma tan poco tiempo. Me
emocionó cuando me lo explicaba y quise repetir el camino que había seguido el
buen posiblemente pronto reconocido santo, por si algo de su espíritu había
impregnado las paredes y fuera posible que se me pegara a mí.
FOTOGRAFIAS
Quiso el buen párroco que antes de irnos visitáramos el paraje que he venido
describiendo y que entonces descubrí, obsequiarnos también con unas
publicaciones suyas, que son de las pocas que existen con algún detalle de esta
lugar. Las excavaciones continúan, aunque lentamente. El buen sacerdote murió
no hace mucho y del humilde paraje guardo tan buen recuerdo que he querido
compartirlo con los lectores. Las ilustraciones fotográficas se refieren al lugar,
complemento de las que la semana pasada aparecieron. Los dibujos son
sencillos diseños del buen Mn. Vivas que acompañan los opúsculos que nos
regaló monumento.