Autoritarismo
P. Fernando Pascual
18-6-2016
El autoritarismo tiene un elemento caracterizante: pretende imponer decisiones porque vienen de la
autoridad, sin apoyarlas en razonamientos que puedan ser debatidos, y en contra de opiniones sensatas
que merecerían ser tenidas en consideración.
Porque el autoritarismo dice basarse en el ejercicio de la autoridad, cuando en realidad manipula el
genuino sentido del poder para vivirlo según el arbitrio de quien lo detenta.
El autoritarismo no acoge a quienes proponen, razonablemente, otras perspectivas y criterios para
reconsiderar las decisiones, ni quiere dar marcha atrás cuando una decisión habría de ser retirada o
podría ser mejorada.
El autoritarismo busca, simplemente, decidir de modo autónomo, sin mirar a las sanas tradiciones, ni a
la ley natural (que normalmente ridiculiza con sarcasmo), ni al bien de las personas.
Por lo mismo, el autoritarismo detesta cualquier crítica razonable, cualquier oposición, cualquier
propuesta que cuestione lo decidido. Una vez que los autoritaristas han decretado algo, piden un
sometimiento sin condiciones.
La historia humana ha visto cómo los autoritaristas han buscado, por todos los medios posibles,
destruir a sus opositores y erradicar pensamientos libres y sanamente críticos.
Pero, gracias a Dios, muchas veces ha habido hombres y mujeres dispuestos a defender la justicia y el
buen sentido por encima de las decisiones arbitrarias impuestas por los autoritaristas de turno.
Solo cuando un autoritarista abra los ojos al sentido auténtico de su función, que es la búsqueda del
bien común en el respeto hacia todos los seres humanos que conviven en una sociedad, será posible
dejar de imponer decisiones arbitrarias y cambiar lo que haya que cambiar para fomentar la justicia, la
convivencia y la paz.