Admirar a mi pareja
P. Adolfo Güémez, L.C.
Un amigo me dijo en una ocasión: «Adolfo, yo con mi esposa me saqué la lotería.» Es
cierto, ella es una mujer extraordinaria, llena de amor por su esposo. «Pero ella conmigo -
continuó mi amigo-, ¡está tocando el cielo con las manos!»
Eso es lo que yo llamo una autoestima exagerada…
Pero en lo que jamás exagerarán los matrimonios es en la admiración que se profesen el
uno a otro. Está admiración es clave para la estabilidad emocional personal y el crecimiento
en pareja.
Una esposa que no admire a su cónyuge, es una esposa que no sabrá estilumarlo, y
viceversa.
Es verdad que a veces el otro puede darte varias razones para dejar de admirarlo, pero no es
menos cierto que a diario te da también muchas otras para continuar haciéndolo. Porque la
madurez de la admiración es siempre un acto de voluntad, y no una reacción espontánea.
1. Ante todo, los esposos siempre han de “ver” a su pareja como un fin en sí mismo, no
obstante esté enferma, vieja o privada de atractivos sensibles.
Esta es una decisión personal. Soy yo quien elige cultivar dicha mirada. Nadie me la
impone, pero yo quiero regalársela.
¡Muchas heridas y crisis nacen cuando dejamos de apreciarnos por lo que somos nosotros
mismos y le damos más valor a lo que nos damos!
2. A veces nos acostumbramos a las cualidades de los demás. Pensamos que así tiene que
ser, que nos lo merecemos. Pero cuánto bien hace a una relación conyugal cuando
aprendemos a redescubrir y entonces agradecerle todo lo bueno que el otro es y hace.
Para esto es fundamental ver al otro con amor, un amor que abre los ojos y permite ver
cuánto vale un ser humano.
3. Admirar al otro también conlleva entregarse a él/ella. Este «entregarse» llena de
entusiasmo, pues bo hay mayor alegría que un bien compartido: «Da y recibe, disfruta de
ello» ( Si 14,16).
Pensar en lo que el otro necesita para ser mejor persona, para vivir en paz, para superarse.
¡Y estar dispuesto a todo con tal de dárselo!
Pues… ¿qué otra cosa es el amor, sino el buscar siempre el bien del ser amado y alegrarse
por ello?
Admirar al cónyuge, pues, está en las manos de cada uno, en la decisión de llevar el amor
hasta el extremo.
www.padreadolfo.com