San Felipe y las plumas
El amor todo lo disculpa
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Termina el Himno de la Caridad con cuatro expresiones que
abarcan la totalidad. La primera dice que el amor “lo disculpa todo”.
Significa que no hemos de juzgar, ni criticar, ni de culpar a nadie.
Nuestro Se￱or lo recuerda: “No condenéis y no seréis condenados”
(Lc 6,37). O en palabras del ap￳stol Santiago: “No habléis mal unos
de otros, hermanos” (St 4,11).
Dice el Papa Francisco que muchas veces se olvida que la
difamación puede ser un gran pecado, una seria ofensa a Dios,
cuando afecta gravemente la buena fama de los demás. Pues
difamar significa da￱ar su “fama” cuando se habla mal de los
demás, haciéndolos quedar mal, aunque sea verdad lo que se dice.
2) Para pensar
Se cuenta que había una vez un hombre que calumnió
grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver
el éxito que este había alcanzado.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus
calumnias a ese amigo, y visitó a san Felipe Neri, a quien le dijo:
"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo
hacerlo?", a lo que respondió el santo: "Toma un saco lleno de
plumas ligeras y pequeñas y suelta una por una por donde vayas".
El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco
lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.
Volvió con san Felipe y le dijo: "Ya he terminado", a lo que le
contestó: "Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el
saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso
significaba y no pudo juntar casi ninguna.
Al volver, le dijo San Felipe: "Así como no pudiste juntar de
nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que
hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que
puedes hacer es pedirle perdón a Dios y a tu amigo, pues no hay
forma de revertir lo que hiciste".
3) Para vivir
En la vida familiar, y en cualquier convivencia, es común
observar los defectos o errores de los demás. Y por ser defecto, es
natural no querer que hubiera tal defecto. Pero un hecho
desagradable hace la totalidad de esa relación ni de esa persona. El
otro no es solo eso que a mí me molesta. Es mucho más que eso.
Por la misma razón, no podemos exigir que el amor de los
demás sea perfecto. Nos aman como son y como pueden, con sus
límites, pero que su amor sea imperfecto no significa que sea falso o
que no sea real. Es real, pero limitado y terreno… el amor vive con
la imperfección, la disculpa todo y sabe guardar silencio ante los
límites del ser amado. Por ello la debilidad y errores de los demás
no hay que sacarlos de contexto ni agrandarlos.
Dice el Papa Francisco que los esposos que se aman y se
pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentando mostrar el lado
bueno del c￳nyuge más allá de sus debilidades y errores… guardan
silencio para no dañar su imagen y saben colocar esos defectos,
debilidades y errores en su contexto, recordando que son solo una
parte, no la totalidad del otro. Pues un hecho desagradable en la
relación no es la totalidad de esa relación. Teniéndolo en cuenta
facilitará la convivencia con los demás.
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