SOLICITUD
Desde hace un tiempo he escuchado una triple solicitud.
Considero no son una novedad pero sí es novedad se insista en ello.
Es una solicitud que se formula para las comunidades cristianas y, por lo
tanto, se realiza para nuestra condición.
No existe una comunidad cristiana sin personas que integren la misma.
Esas personas, en su condición de tales, no pueden intentar vivir la
coherencia de un empeño.
El empeño de saber que lo nuestro no es vivir certezas sino constantemente
buscar.
El cristiano debe ser un buscador por naturaleza.
Buscador de la voluntad de Dios que no es otra cosa que el bien común.
Diariamente debemos salir al encuentro del otro para buscar en él a Jesús
que nos cuestiona y enseña.
No salimos al encuentro del otro para buscar un potencial “cliente” sino para
aprender lo que, desde él, Jesús tiene para enseñarnos.
El cristiano que no hace de su ser un constante buscador no hace de su ser
un intento de respuesta coherente que es esencial a su condición.
Otra solicitud que se nos formula dice de un gran cambio en nuestra
mentalidad.
Se nos pide ser integradores y no excluidores.
Es apuntar a una actitud fundamental en Jesús.
Va al encuentro de los excluidos para integrarlos nuevamente.
Va al encuentro de aquellos a quienes el sistema ha marginado para
hacerles saber válidos como personas y, por lo tanto, para Dios.
Durante mucho tiempo hemos tenido la mentalidad y las acciones propias
de quienes poseíamos la verdad y excluíamos a quienes no respondían a lo
nuestro.
Durante mucho tiempo hemos tenido una mentalidad y actitudes más
propias de un fundamentalista que de un seguidor de Jesús.
Hemos ido dejando a muchos al borde del camino por muy diversas
razones.
Integrar es un llamado a un sincero cambio de mentalidad.
Es dejar de ser jueces para pasar a ser compañeros de búsquedas.
Es dejar de lado nuestra postura de cerrar puertas para tener una actitud
de puertas abiertas.
No poseemos de exclusividad ni la propiedad de la verdad.
Dejarnos dominar por esta actitud es dejarnos poseer por el sincero respeto
a las opciones de los demás.
En lo único en lo que no podemos transar es en aquello que va contra el
bien común.
La siguiente solicitud nos requiere un gran empeño vital ya que implica la
alegría en nuestra vida.
No estamos llamados a sumarnos a las muchas quejas que siempre nos
invaden.
Solemos encontrar, siempre, una razón para esbozar una queja.
En todo lo que hace a nuestro día podemos encontrar motivos para
sumarnos a los descontentos que se quejan.
Debemos aprender a vivir con alegría y enfrentar, así, los motivos de
insatisfacción.
El cristiano es y debe ser un apasionado de la vida.
Siempre hay sobrados motivos para alegrarnos y vivir tratando de quitar
insatisfacciones a la vida misma.
El cristiano no puede ser ni un acartonado ni un almidonado en lo que hace.
Esto deberíamos saber llevarlo a nuestras celebraciones donde pasan más
los ritos que la alegría de la celebración.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.