MATRIMONIO (DOS)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Cuando acabé mi aportación pasada con la palabra continuaré, de inmediato me di
cuenta de que me había metido en un berenjenal del que saldría herido y con
dificultad y, para colmo, tal vez sin que nadie sacara provecho. Pero lo prometido
es deuda, tal el dicho castellano.
El problema fundamental es que la palabra matrimonio va hoy en día acompañada
de tantos calificativos, que uno se extravía conceptualmente con gran facilidad.
Afortunadamente, me refería al matrimonio sacramental, como así se había referido
el Obispo de Roma y una vez advertido y tenido en cuenta, se simplifica la cosa.
Vaya por delante que hasta este momento no he leído ninguna referencia posterior,
ninguna crítica, por parte de comentaristas, que tantos hay y están siempre al
acecho de cualquier intervención del Papa, que casi nunca les parece bien. Nada de
nada, es lo que hasta ahora he constatado. Advierto que hablar de matrimonio nulo
no es lo mismo que referirse a matrimonio anulado. A este segundo aspecto no me
referiré.
La primera condición para que exista matrimonio sacramental es que haya Fe. La
Iglesia considera que para un bautizado, en el estado matrimonial, no es posible el
solo contrato. O hay sacramento, o no hay nada. Fe en Dios, en la Iglesia y en la
capacidad que tiene de administrar la Gracia, es estrictamente necesario que
exista.
Se da hoy en día, como desde antiguo, el ateísmo puro y duro. El de los que son
ateos militantes y “practicantes”. Y el de los que son ateos en la práctica, desde la
ignorancia. Para ser ateo hay que saber mucha teología, decía el humorista Gila. De
aquí que se estile más bien decir que se es agnóstico, por precaución, pero en la
práctica equivalente.
Ahora bien, no hay que olvidar que avanza lentamente una vivencia muy peculiar
de nuestros tiempos. Se trata de la espiritualidad sin religión, o de religión sin
iglesia, sin que se quiere exista compromiso alguno con cualquier comunidad, del
orden que sea.
(De alguna manera, me estoy refiriendo al ámbito de la “New Age”. Sin que este
movimiento, de amplios terrenos espirituales, artísticos y hasta curativos, en los
que se podrían incluir las flores de Bach, yoga, acupuntura etc. Y que supongan
exclusión de la Fe cristiana. Es legítimo buscar cierto bien en tales técnicas, sin que
se contradigan con otras admitidas desde antiguo, que llamamos clásicas o
tradicionales. Conseguir serenidad, paz o curación, mediante estas directrices o
maniobras, muchas de ellas de origen oriental, sin que se las tenga que achacar el
apelativo de diabólicas, como algunos las califican, es legítimo. Pero hay que
tenerlo en cuenta).
Sin duda muchos se definen ateos por puro esnobismo. Pero no todos. Repito que
para recibir el sacramento del matrimonio es preciso tener Fe, de otra manera no
hay Gracia, ni, vuelvo a repetir, matrimonio. El sacramento del matrimonio es
Gracia, pero debe sustentarse en el compromiso. El hombre es el único animal
capaz de comprometerse, me gusta repetir. Pero también es verdad que no todo
individuo está capacitado para comprometerse.
Sin llegar a ser un inhabilitado mental, ni siquiera un borderline, puede tratarse de
un impedido por falta de madurez. Hoy en día abundan los de tal categoría. Muchos
padres se preocupan de escoger buenos colegios para sus hijos, que aprendan
idiomas y practiquen deportes. Vayan a colonias de vacaciones y obtengan
diplomas, cuantos más, mejor. Pero ni en el seno familiar, ni en las instituciones, se
afanan demasiado por formar el carácter, forjar la fuerza de voluntad y saber
buscar la ayuda divina, para progresar en “sabiduría, en estatura y en Gracia, ante
Dios y ante los hombres” (Lc 2,52). En tal situación es difícilmente posible
comprometerse del todo y para toda la vida.
Dicho de otra manera. Muchos jóvenes son inmaduros, pese a las carreras que
hayan aprobado y los records que hayan conseguido. Y la inmadurez supone
imposibilidad de comprometerse. Me reservo la opinión que en este campo me
merece la actuación de la clerecía, en la cual me incluyo, pero no quiero ocultar que
proceder al conocimiento de si una pareja posee los requisitos para poder acercarse
al altar, es cosa rápida, generalmente gratuita y que en muchas ocasiones se
delega en secretarios de secretarías.
El reconocimiento, en cambio, de que no hubo sacramento del matrimonio, es
responsabilidad judicial, que supone un proceso bastante más largo, comparado
con la entrevista a la que antes me refería. No es problema de dinero, la mayoría
de juicios son gratuitos, según declaran los tribunales. Pero sí costosos en otros
aspectos. Para que se me entienda, y valga de ejemplo, he sido requerido en más
de una ocasión, a declarar como testigo. El desplazamiento y el abono del parking,
han supuesto gasto que, por supuesto, nunca he querido cobrar, pero que se ha
dado. (continuaré)