Anne, una profesora notable
El amor todo lo espera
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
La esperanza mira hacia el futuro. Anteriormente decíamos
que el amor todo lo cree, confía en alguien en el presente. Ahora, el
amor confía en el futuro, no desespera ni es pesimista sobre el
mañana.
Aplicando la esperanza a la persona amada, se espera de ella
que en un futuro, como dice el Papa, haya “un sorpresivo brote de
belleza”, que germinen sus potencialidades algún día. Sin embargo,
no es una esperanza ingenua que piensa que cambiarán todas las
cosas en esta vida, sino que acepta que algunas cosas no serán
como desearíamos, pues Dios quizá quiera escribir derecho con
líneas torcidas, sacando mucho bien de algún mal.
2) Para pensar
En septiembre de 1904 una joven de 24 años llamada Hellen
Keller obtiene el doctorado. Esta noticia no hubiera tenido ninguna
repercusión ni hoy la recordaríamos, si no se tratara de una joven
ciega y sordomuda.
La tenacidad y capacidad de esfuerzo de esta muchacha la ha
hecho pasar a la historia con nombre propio y la ha convertido en
ejemplo no sólo para aquellas que sufren algún tipo de minusvalías,
sino también para cualquier persona que debe enfrentarse con
dificultades. Si bien, tiene mucho mérito esta mujer, ahora podemos
enfocar la mirada hacia la persona que logró que Hellen llegara a
desarrollar sus potencialidades de esa manera: Su profesora Ann
Sullivan.
Anne había dedicado toda su vida en ayudar a personas con
graves deficiencias, y comenzó a trabajar con Hellen Keller cuando
ésta era una niña de apenas cinco años. Siempre tuvo la esperanza
de que de esa niña rebelde, e incluso berrinchuda, podía brotar la
virtud y el fruto de su inteligencia. Le enseñó a leer utilizando el
sistema Braille para ciegos, que consiste en aprender de unos libros
especiales que están escritos en relieve, de tal forma que pasando
suavemente la yema de los dedos, pueden “leer”.
Le enseñó a hablar, con paciencia, esfuerzo y técnicas
adecuadas. Juntas pasaron muchas horas de desánimo y sintieron
ganas de abandonar sus propósitos. Pero siguieron adelante
luchando contra aquellas dificultades.
Ann Sullivan, animada por el tesón de su alumna, la inició en
el manejo de la máquina de escribir, y así, la estudiante escribía sus
propios trabajos.
Las dificultades no detuvieron a la profesora Anne para
continuar su tarea y lograr lo que hasta entonces nunca alguien lo
hubiera logrado en la historia: un doctorado para alguien como su
alumna.
Pensemos si tenemos esperanza en los demás al momento de
convivir y, sobre todo, si tenemos la responsabilidad de educar.
3) Para vivir
Es común desanimarse cuando una persona no responde
como se esperaba. Sin embargo, una persona tiene mucho
potencial, simplemente hay que saber hacerlo brotar. En eso
consiste precisamente la educación como lo descubrimos en su raíz
etimológica. Educar viene del latín “ex-ducere” que significa “sacar”,
o “conducir hacia afuera”. Consiste en sacar lo mejor de cada uno,
que sepa vivir las virtudes, desde su interior hacia afuera.
Comenta el Papa Francisco que esta esperanza es plena, pues
ha de incluir la certeza de una vida más allá de la muerte. Es decir,
esperamos en un futuro mejor, porque todas las personas están
convocadas a la plenitud del Cielo. Basta responder libremente al
amor de Dios haciendo su voluntad.
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