La Sainte-Baume (I)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Baumo, en provenzal, grotte, en francés y gruta, en román paladino.
Me referí hace tiempo a este lugar, sin que hubiera podido visitarlo. Las normas del
alcalde lo prohibían, dado el peligro de incendio que existe en verano en cualquier
bosque mediterráneo. Y, este, después lo explicaré, es un bosque especial.
Salimos de Le Puy con prisas y conscientes de que habíamos dejado de visitar
bastantes cosas. Lo fundamental, la visita y la oración con motivo del jubileo, sí lo
cumplimos. Y por mi parte las correspondientes fotografías que me permiten
compartir mejor una experiencia que, como decía el otro día, no se volverá a
celebrar hasta el 2157 y para entonces, como afirma el dicho, “todos calvos”.
Salimos a media mañana, nos esperaba un recorrido de unos 500km hasta el final
de etapa: Saint Maximin y la hospedería de la “sainte-baume”. El GPS que
estrenaba este viaje no se comportaba como debía y nos perdimos por el centro de
Aix en Provence, población que desconocía y donde ninguna indicación nos ayudaba
a encontrar la ruta precisa. Fue una experiencia interesante, otro día hablaré de la
amabilidad de las personas que durante este viaje nos han ido informando. Baste
decir que aquí un buen señor casi me dibuja el mapa de toda Europa y que nos
permitió, gracias a ello, volver a encontrar la autopista, para abandonarla más
tarde, marchando por la carretera correspondiente. Este percance y el hecho de
que en la población que deseábamos detenernos celebrasen fiestas y no
pudiésemos acercarnos a la catedral, nos obligó a alterar el programa y dirigirnos
directamente al lugar de pernoctación. Para orientación del lector que quiera situar
el reportaje y lo desconozca, le advierto que es zona cercana a Marsella, en Francia.
DOS CAMINOS
Al día siguiente salimos de la hospedería poco después de las nueve de la mañana.
Nos habían informado que existían dos caminos: el más directo y empinado,
duración media hora y el otro, el que nos recomendaron, el de los reyes, más
suave. Pese a lo indicado por la buena gente, seguramente calculando nuestra
edad, nosotros escogimos el más corto y serpenteante. Lo emprendimos con tal
interés y coraje, que al cabo de un tiempo nos encontramos en la cresta de la
sierra, sin haber encontrado la gruta. Evidentemente, tal como la habíamos visto,
se asentaba en un rellano que habríamos pasado de largo. Vuelta a bajar con
tiento. El error no nos perjudicó demasiado, nos permitió fijarnos en las ermitas
que van jalonando el camino que discurre del llano hasta la cumbre. Me fijé en una
de ellas, levantada, según decía un cartel, por parisinos, observé que las tejas de la
techumbre eran de madera, perfectamente encajadas y alineadas. Esta técnica sola
la había observado en la Grande Chartreuse, cercana a Voiron, pero en ese caso se
trataba de construcciones antiguas y algunas de las tales estaban muy
deterioradas. Aquí no, en la fotografía se podrá comprobar. En todas estas ermitas,
en su hornacina, el tema de sus relieves, se refieren a la Magdalena, de manera
que uno se va interesando, animando y viviendo anticipadamente, la veneración
que motivaba nuestro caminar.
CONSIDERACIONES
Me detengo un momento. El lugar se puede considerar en tres aspectos. Se trata
de una pequeña cordillera o sierra, que se denomina, de acuerdo con el tesoro
espiritual que alberga: massif de la Sainte Baume. Surgido de los fondos marinos
en la era secundaria, agujereada después por grutas y manantiales que bajarán
silenciosos y se llamarán Huveaune, Caramy, Gapeau, Argens…
Todo el camino se recorre a la sombra de encinas, hayas y tejos. No faltan,
evidentemente, los pinos. En varios informes leo que se trata de una reliquia
botánica, nada de fósil, advierten. Es el segundo aspecto a considerar. Es lo que
queda de los bosques que poblaban densamente la Provenza. La subida, pues, es
tranquila y gozamos de lo que nos ofrece la naturaleza, árboles helechos y algunos
matorrales, sin que en ningún momento, sea sucia espesura. Por la cordillera
pelada y por el bosque se mueve uno seguro, ya que los caminos están
convenientemente señalados, según las indicaciones internacionales de los GR que
fueron, dicho sea de paso, las que nos condujeron a la cima, pues debíamos haber
visto y no vimos, una flecha que nos indicaba el término de nuestra peregrinación.
SUBIR A PIE
La Sainte-Baume es lo que llama la atención del entorno y atrae a peregrinos. Es
uno de los más antiguos centros de interés para los que viniendo del sur, hoy Italia,
o del este, iban a Compostela. Debe uno subir a pie. Observé una camioneta junto
a las edificaciones, pero el tránsito rodado no está permitido. La bajada la hicimos
por el llamado de los reyes, ancho y de suave pendiente. Estuvimos los dos de
acuerdo de que, por el que subimos, tenía mayor atractivo. Que caminar como nos
tocó hacerlo, condiciona el estado de ánimo, mejorándolo. Al cruzarse con otros,
sea la que fuera su edad, la gente saludaba y a poco que uno se detuviera se
advertía que tenían interés por compartir. Ya hablaré de ello.
REZAR
Al poco de distinguir a cierta distancia la fachada del lugar que buscábamos, un
letrero advertía “silencio”. Evidentemente, no era una orden con ánimo de
sancionar y así lo interpretamos, ahora bien esta advertencia condicionaba las
posibles conversaciones, que disminuían su tono. En voz baja uno no puede
pelearse, ni carcajear. Puede uno, eso sí, saludar, compartir impresiones personales
y rezar.
Lo primero que uno ve y descubre es que la senda es en cierta manera un Via-
crucis. Domina la vista un grupo escultórico del Calvario, en un abrigo de entre las
rocas, en el que no puede faltar, evidentemente, la Magdalena. Al acercarse a lo
que uno ya empieza a ver y supone es el recinto santo, rocas en otra época
resquebrajadas y que ahora se limita su interior mediante un muro adornado por
bellas vidrieras.
MARIA MAGDALENA
Un cartel indica:
“Siguiendo a innumerables peregrinos /
siguiendo a santos y papas/ siguiendo a reyes y a humildes peregrinos…
Estás entrando en la gruta de Santa María Magdalena,
la pecadora perdonada.
Mujer liberada, que ha ungido con su perfume y sus lágrimas los pies del Salvador.
Discípula bien amada, que ha escogido la mejor parte, acogiendo la Palabra del
Maestro. Amiga fiel que se postra al pie de la cruz de Jesús y le acompaña hasta la
tumba. Apóstol elegida la mañana de Pascua, como testigo de Cristo resucitado.
En este lugar de misericordia, cualquiera que seas, déjate hoy sorprender por la
presencia de Aquel a quien ella tanto amó. Con ella, “líbrate al Amor puro, por puro
amor y tú mismo te purificarás”
Le he repetido muchas veces, la tradición occidental unifica a cuatro mujeres que
aparecen en el evangelio. La pecadora de Naín, la de casa de Simón el leproso, la
hermana de Lázaro y Marta, y la María natural de Mágdala, de la que el Señor
expulsó siete demonios, al decir de los textos revelados, que tanto podía indicar
esta expresión una severa enfermedad, como una posesión diabólica, en el sentido
que fuera. Con las cuatro mujeres el pueblo devoto ha hecho un personaje único,
en el que, de alguna manera, todos nos sentimos identificados. No importa que
siendo cuatro, las hayamos hecho una. Aquí todos somos conscientes de que
estamos impregnados de pecado, vergonzoso o no, pero situados muy lejos de la
santidad a la que se nos invita y de que el mismo Señor, a nosotros también, nos
perdona.
EL SAGRARIO
Dentro del recinto está el Sagrario, muy próximo a la imagen de la Magdalena que
es aupada al Cielo por unos ángeles. No falta tampoco una piadosa escultura de
Santa María, madre del Señor y a la que la protagonista del lugar acompañó, en la
penosa circunstancia de la muerte de su Hijo único. La Sainte Baume inspira
devoción. Uno aquí, más que en otros lugares, desea el perdón sin sentirse
humillado. Todo es paz y amor.
Rezamos, rezan los demás, como compruebo, miro, observo, fotografío.
(continuaré)