PARA HACER ALGO
Desde el 8 de diciembre estamos viviendo, a nivel de la Iglesia católica, el
Jubileo de la misericordia.
Quizás en algunos lugares se le ha dado más importancia que en otros.
Quizás en algunos lugares se ha insistido en algún aspecto más que en otro.
Pero lo cierto, lo real, es que es un tiempo para hacer algo.
La misericordia no es una realidad puramente interior.
Es un algo que, necesariamente, nos debe llevar a algún tipo de tarea.
Así lo vivió Jesús y así nos lo enseña de Dios.
Dios es misericordioso en su trato, en su actuar y en su comportarse.
Jesús vivió la misericordia desde gestos bien concretos.
Que se nos invite a vivir este año poniendo un especial énfasis en la
misericordia debe ser un algo que nos motive a hacer algo.
La misericordia en Jesús es acercarse al necesitado y hacer algo bien
concreto por él.
La misericordia en Jesús es un gesto que dignifica y libera.
No pretende que los demás se conviertan a lo suyo.
No busca tener más seguidores o discípulos.
Jesús no andaba “buscando clientes”
Se acercaba a los demás para hacerles saber que eran personas y como tal
les trataba.
Se acercaba a los demás para liberarlos de esas culpas que ponía sobre
ellos el peso de la ley.
Jesús integraba y así dignificaba.
No vivía apurado por la prisa sino que sabía hacerse de un tiempo para
detenerse y brindar un trato digno a su interlocutor.
No daba horario de atención sino que respondía a la situación con la que se
encontraba porque ello era lo más importante en su misión.
No hacía otra cosa que destacar la fe de quien acudía a Él para hacerle
saber que lo importante estaba en su interior.
Siempre tenía puesta su mirada en aquellos más necesitados que se
llegaban hasta su persona en busca de salvación.
La salvación que propone Jesús es un algo que crece desde el interior de
cada uno.
Por ello es que sus gestos están llenos de misericordia.
Cuando el sistema los expulsaba Él les hacía descubrir esa fuerza interior
que los integraba nuevamente.
La misericordia es un gesto pequeño que hace que alguien se sienta
nuevamente válido.
La misericordia es poder escuchar a alguien que no tiene a nadie que le
escuche.
La misericordia es no tener miedo de gastar el tiempo para ayudar a alguien
a que se encuentre, nuevamente, con él mismo.
Es un tiempo para hacer algo bien concreto.
No debemos detenernos a calcular los efectos de nuestro actuar puesto que
ello no es lícito cuando del trato con otros se trata.
No somos quienes para pretender cambiar a los demás.
No somos quienes para pretender que los demás tengan una determinada
manera de actuar o proceder.
Nuestro actuar debe responder a un hacer lo que debemos hacer y darnos
por satisfechos con ello.
Ya casi hemos transcurrido medio año de este tiempo donde la misericordia
nos debe cuestionar de manera intensa.
Es un tiempo donde nos debemos preguntar qué hemos hecho con esa
misericordia que Dios ha puesto en nosotros.
Es un tiempo donde aún estamos a tiempo de hacer algo para un mundo
mejor.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.