I NVOCACIÓN AL S EÑOR S ANTIAGO
A MIGOS DE B UENAFUENTE , 21 DE AGOSTO DE 2016
Señor Santiago, un año más, los Amigos del Monasterio de Buenafuente del
Sistal, llegamos gozosos a tu casa, después de hacer a pie cerca de cien kilómetros por
el Camino del Norte, hasta llegar a Ribadeo, donde hemos sido testigos de la belleza de
esta tierra y la hospitalidad de sus gentes.
Si siempre este templo nos invita a la perdonanza, mucho más este año de gracia y
de misericordia, cuando gozamos del ofrecimiento del perdón, que nos dispensa
Jesucristo, por medio de la Iglesia, especialmente en este lugar.
En el Año de la Misericordia, no podemos callar ante ti la necesidad de quienes
padecen más necesidad, o por hambre de pan, o por ser menesterosos de tu Palabra. A lo
largo del Camino se experimenta sed, y ¡cómo se agradece el vaso de agua de la
hospitalidad! Pero no siempre la angustia mayor es por encontrar alivio a la sed física.
Te encomendamos especialmente a quienes tienen sed de esperanza, sed de sentido. Que
no nos falte nunca la certeza de caminar hacia quien es el agua viva, Jesucristo.
Cuando se camina con la credencial de peregrino, a pesar de ser forastero, se
siente la acogida de las gentes, la amabilidad de los que van por el mismo sendero, pero
también se percibe con mayor sensibilidad lo que significa ir de paso. ¡Cuántos, Apóstol
Santiago, sufren la intemperie de no tener casa, ni tierra, ni familia! Tú mismo debiste
pasar serias dificultades, pues llegaste a sentir desánimo a orillas del Ebro. Te pedimos
por todos los desplazados, migrantes, exiliados y peregrinos: que la luz de tu mirada se
convierta en su horizonte de sentido, y tu casa se convierta en espacio entrañable para
cuantos andamos por el camino de la vida.
En la andadura se adquiere la sabiduría de llevar lo imprescindible, como enseña
el Maestro Jesús; llevar solo el equipamiento indispensable. ¡Cuánta libertad se
experimenta cuando se vive con lo justo! Pero, Señor Santiago, hay quienes no tienen ni
el manto que les cubra su dignidad, por sentirse perseguidos, incluso por razón de la fe.
¡Cómo desnuda la difamación, la crítica, el infundio! Te pedimos porque todo ser
humano goce del derecho al honor, al respeto, y que nadie sea rechazado por motivo de
raza, color, cultura o religión. Tú que fuiste testigo de la Transfiguración del Señor,
intercede para que todos nos veamos y tratemos como personas creadas por Dios, hijos
suyos.
No puedo dejar de decirte los deseos y esperanzas de tantos que acudimos a tu
casa, de cuantos hoy estamos aquí. Tú conoces nuestras mayores necesidades,
preséntalas a Jesús. También te pedimos por tantos que otros años nos han acompañado,
y por razón de salud, o de incapacidad esta vez no han podido hacerlo. Amigo del
Señor, bendice a las comunidades contemplativas, a las monjas de Buenafuente, a
nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, y a tantos amigos que nos han acompañado
estos días con su oración.
Una obra de misericordia es la de consolar al triste; que por tu intercesión
sintamos el consuelo en el alma, el beso de paz en la conciencia, que colma todo deseo.
Te lo pedimos para todos, con agradecimiento a esta Iglesia Apostólica que nos recibe y
a sus pastores. Bendícenos con tu abrazo de amigo del Señor. Amén.