Antes que esposos, ¿amigos?
P. Adolfo Güémez, L.C.
«Mi mejor amigo(a) es mi esposo(a).» Si tú eres capaz de firmar esta frase, te felicito,
¡estás en el camino correcto para tener un matrimonio feliz!
El amor conyugal es una unión afectiva, espiritual y llena de entrega, como la amistad. Pero
con la diferencia de que mezcla dichos elementos con la pasión erótica.
El amor entre dos esposos tiene todas las características de una buena amistad: búsqueda
del bien del otro, reciprocidad, intimidad, ternura, estabilidad, y una semejanza entre los
amigos que va creciendo a medida que la vida en común se comparte.
Pero agrega una característica especial: la exclusividad indisoluble. El amor de los esposos
es tan grande, que no se puede repetir: es único. Y por eso sólo «yo» te lo puedo ofrecer «a
ti».
Se trata, pues, de un amor capaz de entregarse plenamente, hasta el límite de firmar un
«cheque en blanco» en el momento de pronunciar los votos matrimoniales.
Es el intento humano de imitar el amor de Dios, que es comunión plena y unión para
siempre.
Seamos sinceros: quien está enamorado desea que su amor dure para siempre, que jamás se
acabe, que crezca cada día. ¡No existe el amor temporal, porque el amor es eterno!
Quien se casa de verdad, no está pensando en algo pasajero. ¡Desea que este proyecto -
aunque esté formado por personas frágiles- dure hasta la muerte!
La promesa matrimonial tiene vocación a lo definitivo. No por tradición o formalidad
social, sino porque eso es lo que nuestro corazón nos pide. Y porque, para los creyentes, es
una alianza ante Dios que reclama fidelidad.
Un amor que es incapaz de aceptar un compromiso así, es, sencillamente, un amor
inmaduro, débil o enfermo.
El verdadero amor debe aceptar todos los días el desafío de luchar, renacer, reinventarse y
empezar siempre de nuevo, hasta la muerte.
Claro que una relación así es imposible para la simple naturaleza humana. Por eso es
necesario el don de Dios, que todo lo fortalece y lo eleva.
Queridos esposos, su amor es capaz de mostrarnos un chispazo del amor de Dios. ¡Jamás se
olviden que en Él tienen al primer aliado para que perseveren! ¡Jamás se olviden que en Él
tienen todas las fuerzas que necesitan para ser felices!
Como dice el papa Francisco, «después del amor que nos une a Dios, el amor conyugal es
la máxima amistad». ¡Wow!
www.padreadolfo.com