El combate
P. Fernando Pascual
27-8-2016
Parece que toda la existencia humana sobre la tierra está marcada por un drama que parece
interminable: el combate entre el bien y el mal.
Dios creó al ser humano en vistas al amor. El maligno engañó a los primeros padres y desde
entonces inició la terrible historia del pecado.
El combate ha recorrido todos los pueblos y todos los momentos de la historia. Miles, millones
de hombres y mujeres han sucumbido ante las fuerzas del mal, o han triunfado bajo la bandera
del bien y del amor.
Este combate llega a cada corazón y en cada momento. Elegir por el mal tienta, sobre todo
cuando nos dejamos engañar por las “ventajas” que conseguiremos con una trampa, un engaño,
una omisión o una cobardía.
Elegir el bien nos saca de nosotros mismos y nos invita a confiar en Dios, a construir relaciones
basadas en el auténtico respeto y en el perdón, a dejar las propias comodidades para ayudar a los
necesitados.
Cada día encontramos nuevos momentos para la lucha. Sentimos la fuerza del mal, sobre todo
en tantos ambientes que rechazan a Dios o que manipulan su nombre a favor de injusticias
destructivas. También sentimos la belleza del bien: cada ejemplo honesto arrastra.
En estos momentos los dos caminos están ante mis ojos. Quisiera huir del egoísmo que tantas
veces ha arruinado mis mejores deseos. Quisiera optar por el amor, con la certeza de que Dios
está a mi lado y me da las fuerzas para la victoria.
El combate seguirá hasta el final de la historia. Las derrotas provocan nuevas lágrimas y esa
pena íntima que experimentamos tras un pecado. Las victorias hacen avanzar la misericordia,
acercan los corazones a Dios, y promueven la unidad propia de quienes viven como hermanos e
hijos del mismo Padre.