ESTIMADA
Ha llegado el momento.
Lo que durante mucho tiempo deseaste es realidad en vos.
Has recibido el sacramento del bautismo, eres hija de Dios integrada a la
Iglesia
Comenzaste este camino cuando eras una niña.
Por diversas razones abandonaste aquel primer acercamiento y tu deseo
quedó por el camino.
Pero Él siempre estuvo esperando te decidieras maduramente.
Pasaron unos veinte años donde aprendiste de la vida y sus cosas hermosas
y de las otras.
Probaste los más diversos caminos en distintos lugares.
Aprendiste de risas y de lágrimas conociendo la cambiante condición
humana.
A lo largo de tu vida has ido aprendiendo que el ser humano no siempre se
mueve dentro de lo correcto ni de lo útil.
A lo largo de tu vida fuiste aprendiendo que hay tanta clase de personas
como personas existen. Cada uno es único y debe ser respetado en su
unicidad.
Este prolongado aprendizaje despertó en vos todas esas experiencias que
hoy hacen que seas como eres.
Muy bien sabes no eres un ser humano perfecto puesto que ello nunca
dejará de ser un prolongado e inalcanzable intento.
Así es como te integras al inmenso pueblo de los bautizados.
Un pueblo de seres imperfectos que requieren ser ayudados para ser
mejores.
Un pueblo donde, mirando a Jesús, se busca superar defectos para ser
útiles constructores de un mundo mejor desde la ayuda a los demás.
Te integras para, desde la entrega generosa y solidaria, hacer que brote,
entre otros, la sonrisa de la realización.
Te puedo asegurar que no es una tarea sencilla la que asumes ya que,
muchas veces, te encontrarás con realidades que habrán de desanimarte o
desilusionarte.
Has podido descubrir que la sencillez no impide la alegría y la celebración.
Has podido descubrir que nada es más reconfortarte que el intentar ser útil
brindando lo que uno es.
Durante el camino de preparación a este momento conociste seres que te
brindaron tus historias de vida y te ayudaron a crecer como ser humano.
Has dialogado con ellos y has escuchado sus trozos de vida para que
pudieses valorar lo mucho que desde la vida Dios te regaló.
Este momento de tu vida es, sin duda, un momento para que lo disfrutes
como lo que es: un mimo de Dios para vos.
Te hace saber que te necesita para que pongas un algo de viento fresco en
la comunidad.
Te hace saber que hay muchos que esperan de vos para saberse personas.
Te hace saber que confía en que, siendo vos misma, podrás ayudar a otros
a sentir la cercanía de Jesús en sus vidas.
Dios no te quiere con los ojos perdidos en las alturas sino mirando a los
ojos de los demás para descubrirlo y hacerlo vida.
Dios no te quiere repitiendo de memoria frases bíblicas sino riendo con la
ocurrencia de alguien o diciendo alguna ocurrencia para que alguien sonría
divertido.
Dios no te quiere sabiendo de memoria rituales sino celebrando el gozoso
ceremonial de la vida plena.
Estimada hermana en Jesús, sé feliz y vivirás a pleno lo que celebras.
Estimada hermana en Jesús, sé auténtica y ayudarás a que la
evangelización sea tarea.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.