Rodeados por las dudas
P. Fernando Pascual
10-9-2016
Dudamos de tantas cosas: de la calidad de este móvil, de la noticia sobre el futuro contrato de un
deportista, de la credibilidad del pronóstico sobre el tiempo para mañana, de la fuerza o debilidad de la
moneda del propio país.
Dudamos de personas: de la honradez de este político, de la sinceridad de este “amigo”, de la fuerza de
voluntad de un familiar a la hora de cumplir su última promesa, de la competencia del médico que
asegura que todo saldrá bien con esa operación.
Vivimos rodeados por las dudas. Dudas de poca importancia, si el tema no nos afecta seriamente.
Dudas que nos inquietan: no tenemos claridad sobre la fecha del último día para entregar la declaración
de impuestos.
De algunas dudas podemos salir con más o menos facilidad. Basta con llamar por teléfono, con
consultar páginas “oficiales” de internet, con abrir un libro bien hecho.
Otras dudas se prolongan por más tiempo. ¿Era sincero el jefe de trabajo cuando afirmó que este año
no habría despidos en la empresa?
No nos gustan las dudas, porque provocan falta de claridad. Sin claridad, la voluntad no sabe qué
opción sea mejor. Sin decisiones, existe el peligro de la parálisis. Y si hay parálisis, el tiempo no
perdona: perdimos uno o varios días porque no tomamos a tiempo una resolución importante.
Tampoco nos gustan porque a veces las dudas nos arrastran a tomar decisiones equivocadas. Si no
estaba claro qué candidato iba a mejorar el país, votar simplemente según simpatías o intuiciones
puede llevarnos a un desengaño amargo.
Por eso, en medio de las confusiones y dudas de la vida, ante noticias hoy confirmadas y mañana
desmentidas, anhelamos luz, pistas certeras, ayudas y palabras que descarten lo erróneo, que superen lo
oscuro y que nos acerquen hacia la verdad.
No solo queremos ayudas, sino que también deseamos dar una mano a otros. Podremos hacerlo en la
medida en que caminemos con prudencia y evitemos opciones precipitadas. Sobre todo, si aprendemos
a buscar, seriamente, cómo y con quién avanzar, aunque se trate solo de unos centímetros, fuera del
asedio de las dudas y más cerca del horizonte de la verdad.