CADA DÍA SU AFÁN Diario de León, 1.10.2016
DOCTORA DEL AMOR UNIVERSAL
Comenzamos el mes de octubre recordando con alegría la figura de santa Teresa del
Niño Jesús y de la Santa Faz. Solo vivió 24 años, sumergida en el silencio y en la oración del
Carmelo de Lisieux. Y sin embargo, nos sorprende ver que es conocida y amada en todo el
mundo.
En la vida de mi madre jug￳ un papel muy importante la “Historia de un alma”, que
había comprado siendo muy joven, y que procurábamos leerle cuando ella ya no podía
hacerlo. Aquel libro fascinante, que recogía el relato de la vida espiritual de aquella carmelita
francesa, ayudó al mundo a descubrir la fuerza invencible de la debilidad.
Así es. Santa Teresita no es conocida por haber hecho grandes cosas, sino por haber
elegido precisamente lo más pequeño, es decir, el humilde camino de la infancia espiritual. El
difícil arte de llegar a hacerse como niños. No en la inconsciencia sino en la inocencia de los
pequeños.
Esta humilde monja de clausura, hija de padres que ya han sido canonizados por la
Iglesia, hubiera deseado recibir todos los dones y carismas. Pero le pareció que todos ya
habían sido repartidos generosamente por el Espíritu. La Iglesia había sido tan ampliamente
enriquecida con tantos dones que le parecía imposible encontrar su propia tarea.
Sin embargo, en la oración llegó santa Teresita a descubrir el puesto que le había sido
asignado por el mismo Dios. Lo suyo había de ser el puesto del corazón en el seno de la
Iglesia. Así pues, a ella le correspondía el humilde servicio del amor a todos. Un amor
universal, que no podía quedar encerrado tras los muros de su convento.
A muchas personas les pareció bastante extraño que ya en 1927, el papa Pío XI la
nombrara patrona de las misiones, precisamente a ella, que nunca había viajado a otros
continentes. Más sorprendente aún fue que san Juan Pablo II en 1997 le concediera el título
de doctora de la Iglesia. Poco después la defini￳ como “experta en la ciencia del amor”.
En este año jubilar de la misericordia nos alegra recordar cómo esta carmelita descubrió
la misericordia de Jesús: “A mí me ha dado su misericordia infinita, y a través de ella
contemplo y adoro las demás perfecciones divinas… Todas se me presentan radiantes de
amor. Incluso la justicia (y quizás más aún que todas las demás), me parece revestida de
amor”.
Hoy nos parece vivir sumergidos en una sociedad crispada, corrupta y altanera. No es
extraño que, precisamente en este momento, el Papa Francisco nos haya dicho que, al recordar
a santa Teresa del Ni￱o Jesús, “nos hará bien pensar en el espíritu de humildad, de ternura de
bondad. Este espíritu manso, propio del Se￱or, que lo quiere de todos nosotros”.
José-Román Flecha Andrés