NUESTRA CHACRITA
Saber mirar más allá de “la chacrita”.
No es nada simple tener, tal cosa, como actitud.
Es necesaria toda una cultura de la mirada.
Es el resultado final de una mentalidad, de una postura ante la vida misma.
Podrá parecer una exageración puesto que es una necesidad tan obvia
pero........
Cada uno posee esa chacrita que sabemos nuestra.
Le adornamos de muy diversas maneras, le ponemos cercos más o menos
infranqueables.
Somos celosos cuidadores de nuestra chacrita particular.
Es “nuestro mundo”.
Ese entorno que descubrimos formando parte de lo absolutamente nuestro.
Evidentemente que siempre ese “nuestro” no implica un concepto de
exclusividad.
Resulta casi un imposible, en el mundo de relaciones en el que nos
movemos, poseer muchas situaciones en exclusividad.
Tenemos esa chacrita donde están nuestros afectos, nuestros sueños,
nuestro tiempo, nuestras actividades y nuestras cosas.
Eso que lleva nuestra impronta y que, libremente, le podemos realizar todas
las modificaciones que entendamos convenientes.
En nuestra chacrita podemos, conforme lo que entendemos es lo más
conveniente, movernos con una total independencia.
¿Quién puede ser el auténtico “propietario” de nuestros sue￱os?
¿Quién puede ser el modificador de los mismos?
Así podríamos continuar mirando todo eso que hace a nuestra chacrita.
Muchas veces uno se instala de tal manera en su chacrita que pierde una
visión coherente de la misma.
En primer lugar nuestra chacrita no, necesariamente, somos nosotros.
Supongamos..... tenemos una determinada actividad y la misma puede ser
sujeta a cuestionamientos y tal cosa no implica, necesariamente, un
cuestionamiento a nuestra persona.
En segundo lugar nuestra chacrita no es la única ni somos los únicos
capacitados para el cuidado de una chacrita.
Supongamos...... cuando compartimos un espacio con otras actividades no
podemos actuar como si nuestra tarea fuese la única y, mucho menos,
despreciar o menospreciar a las otras actividades.
Jamás somos ni los mejores ni los únicos.
Nuestra chacra no es el centro del universo.
No solamente no podemos pensar de tal manera sino que, mucho menos,
pretender que los demás obren conforme tal forma de entender.
¡Cuántas veces actuamos de tal forma!
Mucho más allá de la chacrita es tener la capacidad de incorporar una visión
mucho más amplia que la cortedad del “mi”.
Es animarnos a mirarnos dentro de un contexto.
Es aprendernos a mirar lo mío dentro de un “nuestro” que lo amplía y
mejora.
Los límites de “mi chacrita” son peque￱os, restringidos y acotados.
Sería ridículo si entendiera que lo único del diario son mis artículos.
Ridículo sería si entendiera que los demás columnistas no tienen “nada que
ver” en una comparaci￳n con mis artículos.
Cuando aprendo a mirar lo que escribo dentro de un contexto que es la
totalidad del diario ya los lunes como los sábados experimento un
compromiso mucho mayor.
Pero lo verdaderamente importante es aprender a mirar esos “mis artículos”
dentro de un encuadre mayor que es diario domingo a domingo. Allí,
realmente allí, estoy ubicándome
en el auténtico lugar que los mismos deben tener.
“Mi chacrita” está inmersa dentro de un contexto de muchas chacritas que
hacen “Nuestra chacrita”.
Aprender a vernos en ese encuadre y mirarnos siempre en tal situación no
es tan simple como lo podemos suponer.
Implica el quitar nuestros cercos y permitir que los demás nos pisoteen el
césped o nos rompan las flores del frente.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.