Consejos, decisiones y resultados
P. Fernando Pascual
29-10-2016
La vida exige responder continuamente ante situaciones nuevas. ¿Consultar a este médico o al otro?
¿Aceptar este préstamo o buscar otro? ¿Salir de paseo al mar o a la montaña? ¿Quedarme en casa o ir a
ver a los primos?
Cada situación exige dar una respuesta. Hemos de tomar decisiones. Algunas consisten simplemente
en dejar las cosas como están. Aceptamos el viejo consejos atribuido a la sabiduría oriental, “no
acción”, sin quizá darnos cuenta de que el decidir no decidir también es decidir...
Al tomar decisiones, nos damos cuenta de que el futuro dependerá, en buena parte, de lo que
escojamos. Sentimos el peso de la responsabilidad, sobre todo en los asuntos más importantes.
¿Qué hacer si falta claridad para comprender bien la situación? Muchas veces pedimos consejo. Lo
cual es posible si antes hemos encontrado a personas buenas y prudentes que pueden dar luz y palabras
maduras para ayudarnos en nuestras decisiones.
Lo que ocurre es que muchas veces no encontramos buenos consejeros, o los que pensamos que son
tales a veces se equivocan y nos ofrecen “soluciones” que luego crean daños más o menos graves.
En cambio, si encontramos un consejero bueno y dispuesto a ayudarnos, el corazón siente un gran
alivio: recibimos luz y ayudas concretas para afrontar mejor las decisiones que tenemos que poner en
práctica.
De todos modos, después de cada consejo, la decisión será, al final, algo nuestro. Los consejos no
usurpan el puesto de nuestra libertad: quedan allí, ante la misma. Las decisiones dependen,
últimamente, de cada uno.
Los resultados serán buenos si hemos sabido aconsejarnos bien y si las decisiones han sido maduras y
correctamente orientadas. Aunque, también hay que decirlo, en el misterioso camino de la vida quedan
muchas veces variables fuera de nuestro control que provocan resultados inesperados...