NUEVOS VECINOS
Durante mucho tiempo la casa había estado vacía.
Una tarde – noche una joven pareja empujó la puerta.
Todo daba señales de un buen tiempo de abandono.
Todo daba muestras de la ausencia de moradores.
¿El muro exterior (pequeño pero muro al fin) había caído o lo habían tirado?
Vaya uno a saberlo. Esas cosas suelen suceder en la noche y lo único que se
sabe es desde los comentarios de los vecinos.
Quizás no sepan lo sucedido pero lo comentan con tanta certeza que parece
cierto.
Los vidrios de las ventanas habían ido desapareciendo poco a poco.
Los gurises del barrio no se ocultaban para romperlos.
Con alguna piedra o con algún pelotazo fueron desapareciendo casi todos.
Aún sobreviven algunos pero son tan pocos que, parecería, ya no quedan
más.
Sobre el techo de la casa se han ido amontonando diversos objetos a más
de alguna piedra y trozos del muro.
Los pastos, en el frente, muestran una prolongada ausencia de pastos.
Allí entró aquella pareja.
No llevaban mucho equipaje por lo que todo hacía suponer eran intrusos.
Ella mostraba un pronunciado embarazo y una temprana juventud.
Él, un algo mayor que ella, era quien llevaba las determinaciones adelante.
Fue él quien empujó la puerta y se adentró en aquella casa.
Fue él quien, muy temprano en la mañana, se encontraba en la puerta de la
casa.
Miraba con ojos nuevos las caras de quienes por allí pasaban.
Quizás esperando apareciese alguien que reclamase por el lugar invadido.
Nadie habría de hacerlo pero, sin duda, ellos no sabían tal cosa.
Habían debido pasar la noche tirados sobre el suelo. Ellos no traían algo y
allí dentro había nada.
Alguien, al pasar, saludó y el hombre respondió sin muchas palabras.
Alguien se acercó hasta el lugar y les dejó un recipiente con agua.
Una sonrisa grande se dibujó en el rostro curtido de aquel hombre.
Algunos se acercaron, con la excusa de ver si necesitaban algo, averiguar
algo de esa pareja de nuevos vecinos en el barrio.
Durante todo el día fue el único comentario escuchado. Unos aportaron los
nombres de ellos, otros sabían de dónde venían, no faltaban los que podían
informar el tiempo, aproximado, que le faltaba a ella para tener familia.
No faltaron quienes se encargaron de juntar, entre los vecinos, algunos
elementos que les podrían ser de utilidad.
Apareció un vecino con un colchón en el hombro. Unas niñas llevaron una
olla y unos platos y cubiertos.
¿Qué era lo que despertaba tanto alboroto?
El barrio no es un barrio perfecto en solidaridad.
Como todo barrio, como cualquier barrio, posee toda clase de vecinos.
Pero hoy algo los ha movido a todos para buscar una respuesta.
Tal vez haya ayudado el hecho de descubrir que hay alguien con más
necesidades que uno.
Tal vez haya ayudado el que se hayan instalado en una casa que no posee
nada.
Tal vez haya ayudado el que se les viera ingresar llevando únicamente lo
puesto y muy poquito más.
Tal vez haya ayudado el que ella se encuentre en un avanzado estado de
cercana maternidad.
Este tiempo de adviento que estamos viviendo es algo así como recibir a
estos nuevos vecinos.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.