AÑORANZAS
Como todas las mañanas entro al patio del colegio.
Durante el tiempo de vacaciones es un patio lleno de silencio y de espacios
incambiados.
No está la actividad educativa y ello hace que esté pleno de inmensidad.
Hace unos días entré y…………
Bolsos y más bolsos.
La mayoría de los bolsos con sus sacos de dormir muy arroyados y atados
en algún lugar.
Por diversos lugares se encontraban los dueños de los bolsos.
Ello trajo a mi memoria un gran número de recuerdos.
Durante muchos años viví situaciones similares a la que encontraba hoy.
No necesitaba alejarme de lo que veía para ubicarme en otro lugar.
Podía volver a ver los rostros de algunos jóvenes que se me hacían
presentes.
Llegaban plenos de inquietudes y mirando con ojos nuevos todos los
espacios.
Se habrían de encontrar con un desafío puesto que no sabían de
respuestas.
Se habrían de encontrar con un tiempo de convivencia y de incomodidades.
Solamente de pasada saludé a algunos de aquellos jóvenes que habían
invadido la soledad del colegio.
Eran “los misioneros” que estaban por comenzar su actividad.
Durante quince días se encontrarán con diversas realidades de algún barrio
de la ciudad.
Conocerán rostros y nombres de personas que se acercarán a ellos.
Conocerán de sus vivencias y de sus dificultades.
Conocerán de sus experiencias y de sus alegrías.
Aprenderán a experimentar el calor del lugar y la incomodidad de estar con
la ropa pegada al cuerpo de pura transpiración.
Aprenderán de la calidez de la gente del interior y su disponibilidad a
conversar.
Aprenderán en la medida que sepan no van a llevar a Jesús sino que irán a
buscarlo y descubrirlo.
Aprenderán en la medida que no se crean dando sino se descubran
recibiendo.
Aprenderán en cada instancia donde puedan, con los ojos bien abiertos,
encontrarse con ese Jesús que siempre está esperando algo.
Aprenderán en la medida que cada situación sea una oportunidad para
crecer como personas.
Despertarán risas y fomentarán juegos y los mismos serán plenos en
cuando los incorporen a su necesidad de enfrentar la vida como un juego
que hay que saber jugar con una sonrisa.
Esos bolsos que están ocupados con lo imprescindible para este tiempo se
llenarán de aprendizajes imprescindibles para sus vidas.
Durante el tiempo que dure la experiencia misionera serán ayudados por un
grupo de niños y adolescentes que no saben les estarán ayudando a ser
más como Jesús.
Cansados concluirán cada jornada porque son días de enseñanzas intensas
y ello siempre se torna exigente en demasía. Cansados comenzarán cada jornada porque las horas de sueño se van
haciendo más y más pocas y no están las comodidades de la casa de cada
uno.
Es tiempo de misión. Es tiempo de brindarse. Es tiempo de aprender.
Antes esas misiones que recordaba me involucraban. Hoy la miro desde
fuera y con añoranzas.
No deja de ser un tiempo de disfrutar y de aprovechar para aprender
aunque, más no sea, desde la añoranza.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.