DEBO QUEDARME
Mis ojos aún conservan el celeste del cielo.
Se llenaron del color y adquirieron la profundidad y la inmensidad del cielo.
Mi sonrisa se colmó de brillo y serenidad.
Pero no podía quedarme más allá de las nubes.
Debía regresar a mi lugar en esta vida.
Me hubiese gustado prolongar mi presencia contemplando al sol con más
cercanía.
Me hubiese gustado quedarme en la inmensa soledad del allá arriba.
Pero debía retornar.
Debía regresar a lo de todos los días para compartir lo que había vivido.
Debía regresar para entusiasmar a otros a intentar otro vuelo.
Me había demostrado que era posible y que valía la pena.
No podía guardar en mí la experiencia.
Aquí, en lo cotidiano, las cosas adquieren una dimensión tal que impiden
soñar.
Los edificios parecen de un tamaño descomunal y de alturas insuperables.
La libertad se limita a escasos momentos de ocio que se llenan con
imágenes o sonidos que acompañan la soledad.
Los demás son realidades que reclaman atención o transcurren indiferentes.
Resulta imposible no estar atentos a ellos.
El tiempo es un tirano que colma de exigencias y prisas.
Todo, de alguna manera, nos está reclamando nuestra atención e
impidiendo remontar vuelo rumbo al sol.
En mi primer gran vuelo he logrado llegar más allá de las nubes.
Allí lo único que existe es sol en plenitud y abundancia.
Ese sol que uno ve, desde aquí, como inalcanzable se puede divisar como
mucho más cercano y más cálido.
Es un sol que dice de identidad y comunión.
Es un sol que dice de entrega generosa y solidaridad.
Es un sol que dice de lo esencial y lo necesario.
Siento que aún conservo el calor del sol entre mis plumas y ello hace crecer
mi sonrisa.
En cualquier oportunidad puedo volver a remontar vuelo y hacer que mis
plumas se llenen de sol.
Mientras tanto debo quedarme.
Para ayudar a que otros deseen volar más allá de las y hacer que sus ojos
su llenen de celeste.
No alcanza con descubrir el sol hecho trizas en cada charquito.
No es suficiente ver los brillos del sol reflejados en los ojos de los demás.
No nos podemos conformar con ver el sol que se estrella contra los cientos
de vidrios de la realidad.
Necesario es mostrar que el sol se encuentra más allá de las cosas.
Vale la pena intentar compartir que se puede tener mucho más sol en la
medida que capaces de dejarlo todo para buscarlo por sobe las nubes.
Debo tener el coraje de mostrar, con mi vida, que nada es igual luego de
estar cerca del sol que todo lo transforma.
Jamás debo olvidar que el sol siempre está.
No puedo perder de vista que las nubes no son un límite.
Debo recordar siempre que mis alas me permiten trepar alturas.
Debo ayudar a otros a desear la cercanía del sol. Por ello, solamente por ello, me debo quedar.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.