Distorsiones ideológicas del pasado
P. Fernando Pascual
25–2–2017
Las ideologías pintan el pasado según criterios antihistóricos. Exaltan revoluciones fracasadas,
aplauden a líderes despóticos, cierran los ojos a masacres arbitrarias, critican a disidentes buenos como
enemigos del pueblo.
Por eso, ante tantas palabras engañosas sobre personajes como Lenin, Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot,
Castro y una larga lista de tiranos, hace falta simplemente leer documentos, analizar estadísticas,
escuchar testimonios.
No basta, desde luego, con los datos. Porque las ideologías son capaces, ante una orden que exige
asesinar a miles de personas simplemente por ser de una raza o categoría social, de justificarla como
respuesta legítima ante las atrocidades “de los otros”.
Entonces, junto al serio y sereno estudio de los documentos, hay que limpiar la mente y el corazón de
prejuicios distorsionadores. Un dato filtrado ideológicamente no consigue ver la realidad. Antes hay
que estar dispuestos a poner en duda las “bondades” de un líder que al final muestra, con números
concretos, toda su crueldad.
El mundo está lleno de distorsiones ideológicas. Miles de personas leen libros y escuchan análisis
donde la exaltación del tirano llega a límites grotescos, mientras se produce un desprecio
indiscriminado hacia la multitud de víctimas inocentes.
Las historias bien elaboradas, libres de distorsiones ideológicas, hacen algo de justicia, pero son
insuficientes para una plena condena de los culpables y para una satisfacción justa de los inocentes. Al
menos queda el consuelo de que existe un Juez bueno, Dios, que no permite que ninguna lágrima del
justo quede olvidada para siempre.
A esa justicia divina apelan las millones de víctimas de tantos ideólogos despiadados y de tantos
manipuladores de manuales de historia incapaces de condenar las atrocidades de algunos poderosos.
A esa justicia apelamos también hoy, para que nunca un crimen sea visto como un progreso, y para que
todos los inocentes encuentren, un día, satisfacción por sus penas y paz completa en su existencia
eterna.