Tintas en el mar
P. Fernando Pascual
4–3–2017
Noticia fresca: una matanza en una iglesia, o en una mezquita, o en una sinagoga, o en una discoteca.
En seguida, tintas y tintas de opiniones. Hay que decir algo, condenar, analizar, tomar distancia ante
cualquier forma de violencia.
A veces las opiniones se escriben sobre el mar, por un simple motivo: no se conocen bien los hechos,
ni las causas, ni las intenciones. El horror de una matanza provoca reacciones, pero opinar sobre algo
desconocido va contra la prudencia.
Por eso, antes de empezar a emitir comunicados, a escribir editoriales, a lanzar proclamas y condenas
contra cualquier uso de la religión para justificar violencias, hay que preguntarse qué ha pasado.
Porque no tiene sentido condenar un uso violento de la religión cuando quizá estamos ante una
venganza personal o ante una forma grave de enfermedad psíquica.
La noticia es fresca. Faltan datos sobre el autor o los autores. Solo conocemos quiénes son las víctimas
y sus familiares, aunque en algunas ocasiones ni siquiera nos informarán sobre sus nombres. Esas
víctimas merecen compañía, oraciones, apoyo.
Luego, cuando las informaciones sean más completas y claras y se haya hecho lo adecuado para evitar
el terrible daño de manipulaciones malignas, llegará el momento de reflexionar y ofrecer pistas para
una valoración equilibrada sobre lo ocurrido, y para promover culturas más abiertas a la paz justa y al
respeto hacia cualquier ser humano inocente.