¿Los problemas nos agobian?
José
Martínez Colín
1) Para saber
“Jesús, el
crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!»”(Mt 28,6): este es el anuncio
gozoso de la Pascua, dice el Papa Francisco, que nos ofrece la seguridad de que
la muerte ha sido vencida y ha quedado derrotado el luto, el pecado, el llanto
y la angustia.
Ante el vacío que
el pecado provoca en nuestros corazones sólo Dios puede llenarlo con su amor y
lograr que no nos hundamos ante nuestros problemas.
El Papa Francisco
nos recuerda que el Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de
una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora
partícipes de su vida inmortal, y nos concede a todos su mirada de ternura y
compasión, especialmente a los más necesitados. Cristo es la Puerta de la
salvación, abierta de par en par para que cada uno pueda encontrar
misericordia.
2) Para pensar
Un acontecimiento
importante para la ciudad de Río de Janeiro fue cuando se consagró la
gigantesca estatua de Cristo, la famosa imagen que se levanta sobre la cumbre
de un monte de novecientos metros de altura, el «Corcovado». Fue el 12 de
octubre de 1931.
Una ingente
muchedumbre se apretujaba en torno a la estatua. En un momento dado, Marconi,
el inventor, accionó una llave eléctrica en Roma, a ocho mil kilómetros de
distancia, y en ese instante la estatua comenzó a brillar con la fuerza de un
potente reflector. Cristo, con los brazos extendidos, resplandecía en medio de
la noche oscura, ante la exclamación de la asombrada multitud que contemplaba
por primera vez a Cristo resplandecer.
Así como desde esa
cima, Cristo inundó de luz a su alrededor, su Resurrección ilumina con su luz,
no solo toda la tierra, sino también a todos y cada uno de los corazones de los
hombres de toda la historia. San Juan lo anuncia: “Era la luz verdadera que
alumbra a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9).
Pensemos si nos
dejamos iluminar con la luz y el gozo de Cristo resucitado o preferimos
nuestras tinieblas.
3) Para vivir
Siempre hay
problemas y seguirá habiéndolos, dice el Papa Francisco, pero no pueden ser el
centro de nuestra vida. Hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado
que reconforta, perdona, sosiega. No permitamos que la oscuridad y los miedos
se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: “El Señor «¡Ha
resucitado!»”
La Resurrección es
la fiesta de nuestra esperanza porque tenemos la certeza de que Jesús vive y siempre
está a nuestro lado, nos ama, nos perdona y nunca nos defraudará. Por ello es
nuestra mayor alegría. No es que el Espíritu Santo elimine nuestros problemas
con una varita mágica, sino que nos infunde la auténtica fuerza para
afrontarlos.
La fiesta de la
Resurrección nos invita a llevar el anuncio de la Buena Nueva con nuestra vida
mediante el amor: a resucitar la esperanza en los corazones abrumados por la
tristeza, a llevar la luz a quien está en tinieblas.
El Papa recordó las
palabras de un escritor, Melitón de Sardes, que resumen el sentido de la Resurrección
de Cristo:
«Nos sacó de la
esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la
celebración, de la oscuridad a la luz, de la servidumbre a la redención. Por eso
decimos ante él: ¡Aleluya!»
José Martínez Colín es
sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)