SE
QUEDÓ EN LA SONRISA
Resulta indudable que hay
seres que tienen el don de hacer saber de la presencia viva de Jesús en sus
vidas.
Son, por lo general, seres
que, con su sola presencia, logran despertar la atención.
Son, por lo general, seres
que no pasan desapercibidos.
Mil veces uno podrá
preguntarse qué es lo que les hace tan especiales para llegar a una única
respuesta.
Tal vez no poseen la
capacidad de decir hermosas palabras pero las mismas no se hacen importantes en
ellos.
Tal vez no tengan la virtud
de realizar grandes acciones pero ellas resultan secundarias en su persona.
Sin duda, por sobre sus
palabras o sobre sus acciones dejan la sensación de decir y hacer brindando su
sonrisa.
Es esa sonrisa sincera que
llena de brillo su ser cada vez que la regala.
Es esa sonrisa auténtica
que permite uno se adentre por ella.
Es esa sonrisa honesta que
dice de aceptación y gozo.
Llama la atención el hecho
de encontrar tanta calidez en un solo gesto brindado.
Llama la atención el hecho
de descubrir tanta sinceridad que se hace brillo en la mirada.
Puede pasar mucho tiempo y
uno experimenta que tal sonrisa se ha quedado brindando calidez y cercanía.
Puede existir mucha
distancia y uno siente aún comparte la cercanía de tal sonrisa.
Son esos seres que, cuando
sonríen, brindan el más elocuente de los discursos.
Son esos seres que, cuando
sonríen, comparten lo más hondo de su interioridad.
Son seres que, en cierta
manera, están comprometidos con su sonrisa.
Una sonrisa que es amistad que
se brinda, mano que se extiende y presencia que escucha atentamente.
Tal vez no sean de risa
fácil pero son de sonrisa elocuente.
Su sonrisa dice de
profundidad interior.
Su sonrisa dice de honda
calidez humana.
Su sonrisa dice de riqueza
humana incomparable.
Es puerta abierta a su
sencilla profundidad de amar.
Es puerta abierta a su
exquisito sentido común y capacidad de cercanía.
No regalan su sonrisa ante
cualquier instancia sino cuando desean establecer una compañía que se vuelve
cercanía constante.
Resulta casi imposible no
darse cuenta que, detrás de esa sonrisa, Jesús está.
Vivo, presente y cercano.
Vivo, presente e
involucrado con la realidad.
Vivo, presente y para cada
quien recibe esa sonrisa.
Jesús no es una ausencia ni
una cercanía lejana.
Jesús no es una teoría o
una esperanza futura.
Jesús es una presencia que
se hace vida compartida.
Jesús es una realidad que
camina junto a nosotros y para nosotros.
Jesús es presencia que
transforma el hoy.
Jesús es calidez humana que
se prolonga desde su mano tendida.
Jesús es hoy que se renueva
desde cada intento liberador.
Jesús es presencia que se
continúa viva desde cada sonrisa que se brinda.
Jesús es presencia que se
mantiene actual desde cada sonrisa que se despierta.
Jesús se quedó en la
sonrisa que hace a un mundo mejor.
Hay seres que con su
sonrisa no hacen otra cosa que gritar: “Está vivo”
Padre
Martin Ponce de Leos S.D.B.