Barreras que detienen y
paralizan
P. Fernando Pascual
22-4-2017
Creíamos que era fácil.
Hicimos una llamada, y otra, y otra. Negativas, respuestas confusas, excusas,
reproches. Tiempo perdido. Una extraña sensación de derrota.
En la vida tomamos decisiones
que creemos justas y oportunas. Luego, una barrera cierra el paso. No hay
manera de convencer a otros ni de superar obstáculos.
Surge la tentación de un autorreproche: si hubiera estado más atento, si hubiera
recordado cómo piensan este y aquel, no habría invertido tiempo y energías para
algo casi imposible.
Encontrarse con barreras en el
camino de la vida puede paralizar el alma. Es cierto que en muchas ocasiones
logramos seguir adelante. Pero otras veces el fracaso es completo...
Ante barreras que obstruyen el
paso, llega el momento de replantearnos los objetivos. No siempre acertaremos a
ver por dónde caminar ahora. Pero sí sentiremos la importancia de no quedarnos
hundidos ante las negativas y los obstáculos.
También puede ser un momento para
detenernos, en el frenesí de cada día, y darnos cuenta de que estamos en un
mundo provisional, incierto, muchas veces hostil y agresivo, donde tantos
deseos quedan irrealizados.
Soñar con lograrlo todo aquí
abajo es engañoso y causa frustraciones. Además, existen mil variables
imprevistas que pueden desencadenar, sorpresivamente, situaciones difíciles
nunca imaginadas.
La última barrera, la
definitiva, llega con el momento de la muerte. Entonces termina el tiempo de
las decisiones, de los miedos y de las esperanzas, de los triunfos y de las
derrotas temporales.
Un telón baja. El corazón pasa
la última frontera. Al otro lado nos espera un Dios bueno, que valorará el peso
de nuestras acciones y la sinceridad de nuestros arrepentimientos.
En ese momento, solo la
misericordia acogida y el perdón ofrecido y suplicado, permitirán superar la
última barrera para entrar en un Reino donde el amor brilla y donde el Padre
festeja la llegada de cada hijo bueno.