Errores al descubierto
P. Fernando Pascual
22-4-2017
Cuesta y duele que un error
mío brille ante otros. Me equivoqué en una fecha, en un nombre, en un número,
en una cita de literatura, en una definición.
¿Por qué duele? Porque a veces
el error es visto como una degradación: los demás han descubierto una dimensión
vulnerable, como si ante ellos hubiéramos perdido “puntos”.
En realidad, un error al
descubierto tiene su lado bueno. En primer lugar, porque gracias a su hallazgo
salgo del engaño, corrijo mi falsa opinión sobre un tema, me oriento hacia la
verdad.
En segundo lugar, porque evito
el peligro de caer en un afán de suficiencia que puede entrar en mis venas y en
mi mente si siempre parece que tengo la razón, si avanzo ante los otros como un
“sabelotodo”.
En tercer lugar, porque
agudizo la atención ante cada nuevo asunto, a fin de no aceptar lo que se
presenta como convincente sin garantías adecuadas, y para ir más a fondo en
temas sobre los que, en ocasiones, dependen otras personas.
En cuarto lugar, porque los
errores activan una alarma: no todo lo que hasta ahora tenía por seguro resulta
verdadero. Quizá todavía supongo cosas equivocadas, y por eso es urgente
emprender un pequeño autoexamen para dejar a un lado lo dudoso y para
replantear creencias que pueden resultar falsas.
Desde luego, quizá alguno haya
tomado pie de mi error al descubierto para criticarme, para “perder” el afecto
que decía tenerme, para dejarme a un lado. Es algo triste, pero en los grupos
humanos no faltan este tipo de reacciones.
Aunque, también hay que
decirlo con alegría, a pesar de mis errores, otros seguirán siendo amigos,
incluso aumentarán su cariño, precisamente porque comprenden lo que se sufre en
este tipo de situaciones, y porque descubren que me parezco, en mis deficiencias,
a ellos.
Cuando reconocemos esto, los
errores al descubierto no provocan una dañina sensación de abatimiento, sino
que nos estimulan a vivir con más realismo, a ser más comprensivos ante los
fallos ajenos, y a adoptar actitudes de humildad y prudencia a la hora de
afrontar y juzgar tantos temas que son el pan nuestro de cada día...