UN
SALUDO
Como el lunes no hay
periódico debo adelantar un saludo.
Un saludo a todos quienes,
de una forma o de otra, hacen un mundo más digno.
La historia del mundo dice
de cambios, avances y progresos.
Una expresión del hombre al
servicio de la humanidad.
Una expresión del hombre
constructor de un mundo más humano.
En oportunidades ha puesto
al servicio de esta causa su intelecto.
En oportunidades ha servido
desde su capacidad física.
Ninguno es más digno que
otro por más que, muchas veces, las remuneraciones así lo hagan suponer.
Es tan al servicio del
mundo mejor el trabajo físico como es intelectual.
Juntos se complementan y
hacen posible esos avances que dicen en el mundo de hoy.
Se necesitan el uno al otro
y se acompañan en esos pasos que conducen al mundo mejor con el que todos
soñamos.
Es evidente que no se puede
pretender una igualdad de los unos con los otros pero, sí, es deseable una
digna retribución para ambos.
Debe terminar la
explotación del esfuerzo de algunos, producto de la necesidad y de la ambición.
Hay quienes, por la
necesidad, se ven abusados y explotados.
Hay quienes, ante la
ambición, no dudan en aprovecharse de las urgencias de otros.
En el mundo del trabajo
todos son igualmente necesarios.
En el mundo del trabajo
todos son igualmente valiosos.
En oportunidades la
realidad se encarga de mostrarnos que esto no es así.
Mientras unos reciben una
retribución apenas suficiente otros reciben una remuneración de escándalo.
En un día como el del lunes
es importante tener, también, un recuerdo para esos que han quedado al margen
del mundo del trabajo.
Porque no tienen
oportunidades, porque el progreso les ha quitado espacio, porque la edad ya no les permite un nuevo
intento o porque la coyuntura económica hace que se cierren puertas.
Tienen manos útiles pero no
pueden utilizarlas.
Tienen fuerza y ganas pero
deben limitarse a deambular buscando alguna posibilidad.
Necesario es no olvidarles
puesto que son parte de ese mundo aunque se encuentren al margen o no figuren en
planilla alguna.
Nunca pueden quedar en el
olvido puesto son parte de este mundo donde todos, como humanos, deben crecer y
vivir con dignidad.
Últimamente hemos asistido
al cierre de numerosas empresas o la reducción del personal de varias. Son
personas que se han quedado sin posibilidades y debemos tenerles presentes.
No pueden pasar, también, a
la indiferencia o al olvido.
Es evidente que, sin duda
alguna, el mundo del trabajo no es un mundo perfecto.
Muchas miserias humanas, en
oportunidades, se ponen en evidencia. Arribismo, destrato, celos, envidias,
desprecio y realidades por el estilo.
Es un mundo, como buena
manifestación de este mundo, donde hay mucho para mejorar y cambiar.
Por ello es que es una
realidad por la que, los cristianos, debemos rezar.
Por eso, creo yo, el mejor
saludo es la certeza de una oración intensa y prolongada para que, entre todos,
con las capacidades de todos, se pueda tener un mundo del trabajo digno y justo
para todos.