PAN
Y VINO
CUERPO
Y SANGRE
Ellos eran “los del
camino”, “los del pez”, “los de la fracción del pan”
Tiempo después revirtieron una identificación peyorativa en identidad
gozosa.
Pasaron a llamarse, simplemente,
“cristianos”
El pan y el vino fueron
motivo de reunión y celebración.
Por diversos motivos
aquella mesa compartida se fue transformando en una celebración ritual.
Fueron agregando momentos y
oraciones.
Fueron agregando momentos y
signos.
Pero el pan y el vino
fueron el centro de la celebración.
Pan y vino dicen de mesa
compartida.
Dicen de trabajo de los
hombres.
Dicen de encuentro y
entrega.
Pan y vino dicen de
conversaciones y sonrisas.
Pan y vino dicen de
fraternidad y cercanía.
Dicen de cosas simples y al
alcance de la mano.
Dicen de realidades humanas
bien concretas.
Pan y vino dicen de amor
entregado.
Dicen de comunión y camino
compartido.
Son historias de vida que
se hacen opción e intento de coherencia.
Pan y vino se transforman
en Jesús entre nosotros.
Es su apuesta a un mundo
más humano que se renueva.
Es su apuesta a la
dignificación de los demás que se actualiza.
Es la fraternidad que
adquiere rostros concretos.
Es la vivencia de lo
cotidiano como lugar de encuentro con Dios.
Es el actuar que se hace
oración.
Es Jesús para la vida.
Es la vida que se colma de
Jesús.
Es lo cotidiano que se hace
himno de gratitud.
Es el amor que se torna
entrega gratuita.
Es el amor que se hace
experiencia de vida.
El pan y el vino se torna
Jesús entre nosotros y en lo de nosotros.
Son nuestras realidades la
que lo construyen.
Son nuestras realidades las
que lo prolongan.
Lo necesitamos para la vida
hecha búsqueda de fidelidad.
Nos necesita para hacerse
prolongada presencia.
Allí, en el centro de la
mesa, un poco de vino y unos trozos de pan.
Allí, en el centro de la
mesa, para ser escuchado Jesús con nosotros.
Para que nuestros sueños
puedan ser realidad.
Para que nuestra vida se
colme de sonrisas.
Para que nuestro actuar
reboce de esperanzas.
Para que nuestra soledad se
sepa con compañía.
Para que nuestra felicidad
se haga realidad porque testimonio vital.
El pan y en vino se hacen
centro para que Jesús sea nuestro centro.
Porque nos sabemos
necesitados Él se prolonga como centro de vida.
Para que no lo perdamos de
vista al actuar Él continúa como centro de vida.
Pan y vino, Cuerpo y sangre
de Jesús, para que lo nuestro diga de Él.
Padre Martin Ponce de Leon, SDB