DISPUESTOS A RECIBIR.
A
medida uno va creciendo va encontrándose con la realidad.
Una
realidad que, muchas veces, “ni ahí” con lo que nos habían dicho anteriormente.
Gracias
a Dios, los tiempos van cambiando, y, por lo menos, surgen preguntas sobre la
validez o no de aquellas falsas
verdades.
En
algunos casos, se justifican diciendo es para fomentar la ilusión. En otros
casos, se explica, era toda una visión
producto de una época.
Antes
no había muchos espacios para “Papá Noel”. Hasta no faltaban quienes decían que
era “un invento de los protestantes” o
“un invento de los E. E. U. U.”.
Sí, había que preparar algo para los Reyes
Magos y sus camellos, ya que a todas las casas llegaban cansados de recorrer
muchísimos lugares dejando sus regalos.
Necesario
se hacía poner el diente debajo de la almohada a los efectos de que “el ratón”
dejase algunas monedas a cambio.
Posteriormente
uno se hace mil preguntas para intentar entender cómo pudo aceptar y creer en esas realidades tan faltas de lógica.
La
única respuesta válida es que uno carecía de lógica y creía, a pie juntillas,
en la palabra de sus mayores.
Debíamos
aprender y festejar todo lo de Colón, puesto que, gracias a él, América había
sido descubierta.
Así
era la historia y así había que aprenderla.
Luego
se pudo aprender que así no era la historia y que, así, era inútil la
aprendiéramos.
Se nos explicaba, casi con lujo de detalles,
todo el entorno de Adán y Eva. Su origen, su caída.
A quienes íbamos a colegios católicos se nos
prohibía leer la revista “El Grillo” ya que desde sus páginas se concebía la
aberración de proclamar la teoría del evolucionismo.
Mucho
tiempo después se nos hizo ver que lo de Adán y Eva era un género literario y
que la teoría evolucionista no está reñida con la fe de la Iglesia católica.
Podríamos
continuar poniendo ejemplos que, solamente, tendría la finalidad de un
redundante sin sentido.
No
es que se deba experimentar la sensación de estar parados sobre una gran
mentira.
No
es que se pueda comparar el ratón de las moneditas con lo de Colón u otros
momentos de la historia.
No
es que se busquen establecer paralelos comparativos entre los poderosos Reyes
Magos y los poderes creadores de Dios.
¿A
quién se le ocurriría pensar que el sol es parte de una gran galaxia? ¿No
continuamos hablando de “nuestro sistema solar”?
¿Quién
podía pensar (fuera de la ciencia ficción) en la clonación? ¿Alguien podía
suponer el acceso al “mapa del genoma humano”?.
Así
como no se podía suponer la existencia de nuevas galaxias nadie podía suponer
tantos avances científicos en tan poco tiempo y, lo que es más, sentir que se
está en los albores de los mismos.
No
es que se nos haya mentido deliberadamente. No, nada que ver.
Sí,
es verdad que muchísimas verdades jamás son absolutas.
Nos
empequeñecemos, y nos damos cuenta de ello, cuando nos aferramos a algunas
verdades como si fuesen absolutas.
La
verdad forma parte de un proceso que empeñará la búsqueda de la humanidad toda.
Los
avances del hoy se los debemos a los descubrimientos del ayer y así será
mañana.
No
es malo saber que nuestro saber está en proceso, lo malo es creernos que ya
sabemos todo y todo lo nuevo que podamos aprender son burdas patrañas
modernistas.
Nuestro
saber responde a un tiempo y debe estar abierto a recibir nuevas
incorporaciones y asumir que existirán algunos, como el ratón, Papá Noel o los
Reyes Magos, que deberán quedar relegados.
La
verdadera sabiduría radica en un estar dispuestos a recibir, cuidadosamente, lo
nuevo ya que permanentemente en búsqueda.
Padre
Martin Ponce de León SDB