En torno a los cereales (III)

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

Galilea era, y continúa siendo, territorio eminentemente agrícola. Se le llamaba el granero de Israel. Judea es otra cosa, es pastoril en lo productivo y dominadora en lo social-político.

 

He encontrado unas fotografías de un pueblo donde, para que no se ignorasen sus raíces, siembran un terreno con una variedad de trigo antigua, siegan y levantan gavillas como en tiempos pasados. Si el trabajo iniciado al amanecer era semejante al de tiempos bíblicos, los atuendos de los simulados jornaleros, evidentemente, no era el mismo. Cubrirían su cabeza no con un sombrero de paja, sino con un lienzo semejante al que se cubren aun hoy en día, los palestinos árabes y los beduinos. Un segador trabaja en lo suyo. Utiliza una hoz, las de tiempos bíblicos no se diferenciarían mucho de esta, que protegida la guardan. Las más antiguas el corte era mediante piedras de sílex. El primer paso es amontonar la mies formando una gavilla, como aparece en otra foto, antes de llevarla a la era, para trillarla y beldarla.

 

EN SILOS

 

Ya dije que el grano se guardaba en silos y con ello finalizaba la recolección. Se bajaba al granero, en este caso por una estrecha escalera. Corresponde la imagen a la bajada a los silos donde, seguramente, tantas veces le tocó hacer a San José y al mismo Jesús. Mientras el hombre se ocupaba en estas faenas y en un después ¿en qué empleaba su tiempo la mujer, la esposa, la madre de familia? ¿Se limitaba a cuidar a sus hijos y a lo que antiguamente, y entre nosotros, se llamaban “sus labores”? ¿El ideal bíblico respecto al ama era “la mujer en casa y con la pata quebrada” del dicho popular?

 

LIBRO DE LOS PROVERBIOS

 

El final del libro de los Proverbios, nos da una descripción idealizada de su proceder doméstico.

 

“Una mujer completa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. En ella confía el corazón de su marido, y no será sin provecho. Le produce el bien, no el mal, todos los días de su vida.”

 

Se busca lana y lino y lo trabaja con manos diligentes. Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión. Se levanta cuando aún es de noche, da de comer a sus domésticos y órdenes a su servidumbre.

 

Hace cálculos sobre un campo y lo compra; con el fruto de sus manos planta una viña. Se ciñe con fuerza sus lomos y vigoriza sus brazos. Siente que va bien su trabajo, no se apaga por la noche su lámpara.

 

Echa mano a la rueca, sus palmas toman el huso.

 

 Alarga su palma al desvalido, y tiende sus manos al pobre. No teme por su casa a la nieve, pues todos los suyos tienen vestido doble. Para sí se hace mantos, y su vestido es de lino y púrpura. Su marido es considerado en las puertas, cuando se sienta con los ancianos del país.

 

Hace túnicas de lino y las vende, entrega al comerciante ceñidores.

 

Se viste de fuerza y dignidad, y se ríe del día de mañana. Abre su boca con sabiduría, lección de amor hay en su lengua. Está atenta a la marcha de su casa, y no come pan de ociosidad.

 

 Se levantan sus hijos y la llaman dichosa; su marido, y hace su elogio: « ¡Muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas! »… (Pr 31, 10 ss)

 

Si como he dicho el texto es un relato idílico y no debemos creer que toda mujer israelita se entregara a tales menesteres y lo hiciera con esmero, sí que nos marca el entorno de sus ocupaciones.

 

AMASAR, ENCENDER

 

A la responsabilidad del cuidado de la prole, acompaña el molido del trigo, cernerlo a continuación con un tamiz de tela. Amasado y dejada a fermentar la pasta. Encendido del horno, al cabo de un rato, calientes las paredes, vaciado, introducida la masa, no toda, una pequeña parte se dejaba fuera para utilizarla como levadura, esperar a su cocido y sacarlo (primera cadena de producción doméstica). Acompaña al presente dos fotografías. En una de ella se observa un antiguo molino de mano de época bíblica y del mismo Nazaret. Por la parte superior, por el agujero del centro, se iba echando el grano, dándole vueltas a la rueda superior y por la fricción de este disco de piedra con el inferior, iba desplazándose hacia afuera, saliendo por todo el redondel la harina. La otra foto corresponde a alguna revista. Uno puede imaginarse a Santa María en Nazaret o en casa de Isabel, dándole vueltas y más vueltas a la piedra, hasta que la harina saliera fina y se recogiera en una vasija, antes de meterla en la artesa, añadirle un pellizco de pasta anterior como he advertido, agua y, dale que te pego, ir amasando, que no es tarea fácil ni liviana.

 

Paralelamente debía ocuparse del tejido de sencillos retales, necesarios para la familia. Podían ser pañales para el niño que iba nacer, túnicas simples, ropa interior para ella misma, marido e hijos, o cíngulos. (Los lienzos grandes, los mantos, los posibles toldos para tenderetes de mercados, eran tarea varonil, producción industrial, aunque manual, me atrevería a decir, en algo así se ocupaba Pablo, según él mismo cuenta).

 

CASITAS

 

Los domicilios eran pequeñas casitas. Los de Nazaret aprovechaban el declive del terreno para excavar habitaciones interiores. La roca calcárea de la montaña es poco consistente, de fácil perforación. Esta parte interior, la más fresca en verano y cálida en invierno, era la más indicada para dormir. La gruta que visitamos, en la que he celebrado misa muchas veces y de la que no se duda su autenticidad, correspondería a estos menesteres. Pese a que la estrella al pie del altar diga “hic de Maria virgine Verbum caro factum est” no corresponde exactamente al lugar de la Anunciación. A un joven, por muy arcángel que fuera, una doncella no se hubiera atrevido a dejarle entrar a tal lugar. Tal vez la edificación exterior se la llevaron los cruzados y es la Santa Casa de Loreto. Ignoro los estudios arqueológicos que se hayan podido hacer para determinar su veracidad.

 

Ofrezco, para orientación del lector, la fotografía de unas maquetas que el Museo de Israel regaló a la Custodia de Tierra Santa y actualmente están depositadas en el de la Flagelación de Jerusalén. Indico la procedencia para que se confíe en la veracidad de materiales y volúmenes. Corresponderían a lo que pudiera ser una vivienda familiar. Una tal edificación necesitaba un continuo trabajo de mantenimiento.

 

EN NAZARET

 

He pasado muchos días en Nazaret, he leído y conservo estudios sobre el lugar. No dudo de que la tal “gruta” corresponda a la casa de soltera de Santa María. La que ocuparon de casados ya no es tan segura. Los sótanos de los que ya hablé la semana pasada y de los que hoy adjunto una foto de su entrada, bajo la basílica de San José, merecen mucha confianza y consideración. Si no perteneció a la Sagrada Familia, los arqueólogos están seguros de que pertenecían a parientes. La cercana a la “tumba del Justo” o “tumba luminosa” tiene un interés tampoco es despreciable.

 

La ocupación de San José, en palabras de hoy en día, la definiría como un artesano autónomo de la construcción. Al ver la maqueta de una casita que se adjunta, uno comprenderá que vigas y puertas merecían el trabajo de alguien que supiera trabajar la madera, amén de levantar paredes de piedra seca para sustentar techumbres y delimitar espacios.