¿Consulto los horóscopos?
Pbro.
José Martínez Colín
1) Para saber
En el Antiguo
Testamento, hay un relato en el Génesis sobre el llamado que Dios le hace a
Abraham para dejar su tierra, su parentela, su casa, y vaya a una tierra
desconocida para formar un nuevo pueblo. El Papa Francisco nos invita a
aprender de la respuesta confiada de Abraham, quien deja todo y bendiciendo al
Señor, lo sigue.
Ser cristiano, dice
el Papa, lleva siempre esta dimensión de despojarse de algo para seguir a Dios.
Lo encontramos también en la vocación de los Apóstoles y, ya en plenitud, cuando
Jesús se despoja de todo, incluso su propia vida, en la Cruz.
El cristiano no
tiene que consultar el horóscopo para ver el futuro; ni va al adivino que tiene
la bola de cristal, o va a que le lean la mano o las cartas. No. Y no pasa nada
si no sabe el futuro, porque es propio del cristiano ser guiado, saberse en
unas manos paternales de Dios y por ello bendice, sea cual fuere su porvenir;
es un modo de despojarse de uno mismo y confiarse en manos de Dios. Como un
niño se deja guiar por sus padres, así cada cristiano es hijo de Dios y se deja
guiar alegremente por Él.
2) Para pensar
Un misionero en
África quiso traducir el evangelio de san Juan a la lengua de la tribu que atendía.
Lo iba haciendo muy bien, pero se encontró con la dificultad de traducir la
palabra «Creo», ya que no había una palabra equivalente en esa lengua.
Entonces acudió a
uno de los cristianos más antiguos, y aquel hombre le dijo: «Nos sirve la frase:
‘Oigo en mi corazón’ para traducirla».
El misionero
comprendió que los fieles habían comprendido con profundidad lo que es creer: es
escuchar en lo hondo de nuestro corazón la voz de Dios que nos habla.
Habría que pensar
si sabemos dejarnos guiar por esa voz del Señor.
3) Para vivir
Decía santa Teresa
de Jesús que la fe no es un libro de teología arrumbado en un estante lleno de
polvo, sino que es Jesús viviendo con nosotros; presente en cada instante de
nuestra realidad: Es como una persona que estuviese en una muy clara pieza con
otra persona y cerrasen las ventanas y se quedasen a oscuras; no porque se
quitó la luz para verla deja de entender que está allí (Cfr. 7 Moradas 1,9). Dios
siempre está con nosotros aunque no lo veamos.
Por eso, aunque no
veamos, hemos de descubrir en todo la buena voluntad de Dios y saber bendecirlo.
También en las cosas malas. Así como Abraham se fio, bendijo a Dios, y se puso
en camino, así cada día comenzamos un nuevo camino. Cada día hay que fiarse del
Señor, aceptar un camino donde habrá sorpresas, muchas veces no serán buenas,
por ejemplo una enfermedad o una muerte. Pero es un camino por donde el Señor
nos lleva y siempre estaremos seguros bajo su protección caminando hacia una
tierra que ha preparado para nosotros.
Por ello, la
recomendación papal de bendecir siempre a Dios. “Bendecir”, significa “bien decir”.
Y si bendecimos a Dios y a los demás, “decimos bien de Dios y decimos bien de
los otros”, y nos disponemos también a ser bendecidos. Nuestra vida ha de
convertirse en una continua bendición a Dios.