Sobre el nacionalismo
discriminatorio
P. Fernando Pascual
8-7-2017
Afrontar el tema del
nacionalismo no resulta fácil, porque la misma idea de nación es compleja, y
porque con la palabra nacionalismo unos y otros llegan a entender cosas
bastante diferentes, incluso contrapuestas.
Para delimitar estas notas,
vamos a fijarnos en un tipo de nacionalismo, que se caracteriza por exaltar
todo lo que se considera propio de la propia “nación”, y por fomentar juicios
negativos respecto de otras “naciones”. Se trataría, si el nombre parece
adecuado, de un nacionalismo discriminatorio.
El nacionalismo
discriminatorio se construye sobre alabanzas hacia “lo nuestro” y sobre
reproches hacia “lo ajeno”; sobre una fuerte adhesión a la propia identidad y
sobre el desprecio hacia otras realidades.
Ese nacionalismo encierra
graves peligros, porque se construye según una mentalidad discriminatoria, que
lleva fácilmente al error o a la mentira. Por ello fácilmente busca ocultar
sistemáticamente lo que pueda ser visto como negativo en el pasado o en el
presente propio, y ensalza, a veces incluso inventa, todo aquello que pueda ser
presentado como positivo.
El nacionalismo
discriminatorio se caracteriza, así, por una premisa equivocada e injusta.
Porque ni las personas ni los hechos se convierten en positivos por surgir en
la propia nación; y porque lo ajeno no merece ser tachado como inferior y
negativo simplemente por tener su origen en lo extranjero y diferente.
Frente al nacionalismo
discriminatorio, existen caminos positivos y maduros de evaluar a la propia
nación. Por ejemplo, cuando se analiza el pasado de modo objetivo y sereno, sin
manipulaciones. O cuando se miran otras realidades culturales y nacionales con
el equilibrio de quien respeta lo bueno que haya en cualquier grupo.
La historia humana está teñida
de páginas oscuras surgidas por nacionalismos discriminatorios que han llevado
al desprecio y al odio hacia millones de seres humanos simplemente por no
pertenecer a la propia nación.
Al revés, la historia humana
escribe sus mejores páginas allí donde, más allá de los rasgos que distinguen a
la propia nación, las personas tienen un corazón y una mente
abiertos hacia cualquier ser humano, sea de donde sea, hable la lengua
que hable, simplemente porque es parte de la misma familia de los pueblos.