Diferentes miradas hacia el
pasado
P. Fernando Pascual
17-7-2017
Frecuentemente los seres
humanos analizamos el pasado. Lo hacemos desde perspectivas diferentes, con
mayor o menor competencia, según prejuicios deformantes o desde angulaciones aparentemente
serias.
Al analizar el pasado, resulta
fácil incurrir en una de entre dos posibles miradas opuestas. La primera
reconoce sobre todo elementos positivos en las épocas anteriores. La segunda
señala y denuncia especialmente elementos negativos, errores y comportamientos
dañinos.
Entre la primera mirada y la
segunda se dan análisis más cercanos a la una o a la otra. No faltan quienes
reconocen que casi siempre están mezclados, como en todo lo humano, aspectos
positivos y aspectos negativos.
Mirar correctamente al pasado
resulta difícil. En parte, porque faltan datos. En parte, porque existen muchas
interpretaciones distorsionadas. En parte, porque uno mismo puede estar marcado
por prejuicios de diverso tipo.
Parece casi imposible superar
esas dificultades. En cambio, siempre podemos reconocer esas dificultades y
fomentar una actitud abierta hacia aspectos buenos o malos que aparezcan ante
nuestros ojos de investigadores.
En un mundo en el que abundan
las simplificaciones reductivas, aprender a leer el pasado de modo sereno y
equilibrado es todo un reto. Un reto que, bien asumido, evitará los riesgos de
miradas distorsionadas, y permitirá estudios mejor orientados.
Dos miradas reductivas hacia
el pasado se oponen radicalmente. Lo que hagamos por separarnos de ambas y por
alcanzar un punto de vista objetivo y desapasionado permitirá una lectura más
completa de los hechos que nos han precedido, y ayudará a comprender mejor la
herencia que nos ha legado el pasado, con sus sombras y con sus luces.