Una lectura desde Dios
P. Fernando Pascual
22-7-2017
La vida está llena de hechos
pequeños o grandes. Los días y los meses se suceden con velocidades diferentes.
Con el pasar del tiempo cambian las perspectivas.
Ante tantas transformaciones
en este mundo nuestro, surge la pregunta: ¿y después? ¿Qué ocurre tras la
muerte? ¿Existe un Dios que dé sentido a la existencia humana, a mi vida?
La respuesta no resulta fácil.
Unos llegan a pensar que el universo surge sin meta y avanza hacia una
destrucción inevitable. Otros empiezan a entrever que existe un Dios que al
final invita a todos a su casa.
La historia del mundo puede
ser leído desde Dios. Entonces el origen se explica como un proyecto de Amor, y
aparece en el horizonte un destino que acoge a todos en el respeto de la
libertad de cada uno.
Hacer una lectura desde Dios
abre posibilidades de sentido inimaginables, sobre todo si ese Dios ha entrado
en nuestra historia, ha asumido nuestra naturaleza humana, ha hablado con
nuestro lenguaje, y ha compartido nuestros dolores y alegrías.
Jesús de Nazaret, Hijo del
Padre e Hijo de María, permite leer el mundo de una manera nueva. Sus Palabras
resuenan en los corazones como un mensaje fresco, que nos llega desde el respeto
y el cariño manifestado por el humilde Profeta (y más que Profeta) venido de
Galilea.
Las piezas empiezan a ocupar
un lugar armónico. Aquel accidente fue una permisión divina que ayudó a
comprender lo caduco que es todo. Esa llamada telefónica de un amigo permitió
recuperar la esperanza en medio de una terrible prueba.
También mi vida tiene su lugar
en el mosaico del universo. Porque existo desde un Amor eterno. Porque Cristo
dio su Sangre para salvarme del pecado. Porque el Espíritu Santo ha sido derramado
en mi corazón. Porque también yo puedo convertirme en un instrumento del amor y
de la paz.
Empiezo a comprender cosas
nuevas, si bien todavía hay tantos hechos que no alcanzo a abarcar con mi mente
limitada. Llegará un día, tras la muerte, en que se desvelará completamente el
misterio.
“Ahora vemos en un espejo, en
enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero
entonces conoceré como soy conocido” (1Co 13,12).
El tiempo sigue su carrera.
Nuevos hechos aparecen en el panorama del mundo y de mi vida. El Amor, en
cambio, mantiene siempre una permanencia fresca y abre espacios a la esperanza.