El Kotel (II)

 

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

Digo siempre, y es importante saberlo y tenerlo en cuenta, que una cosa es ser judío, cultural más que religiosamente, y otra ciudadano del Estado de Israel.

 

Socialmente considerados, los judíos son sefarditas, originarios principalmente de España, aquellos que de la Península fueron expulsados, o askenazis, procedentes de Europa central y Rusia. De ambas calificaciones encontramos a procedentes de naciones americanas, sintiéndose, es mi personal opinión, los askenazis, superiores a los sefardíes. Biológicamente considerados, análisis de ADN, la cosa no es clara. En el estado de Israel se distinguen, más bien se distinguían, los sabras, los nacidos en el país, en la tierra prometida y conseguida. (Sabra es el nombre del higo chumbo, dulce por dentro, espinoso por fuera).

 

EN EL MUNDO SEMITA

 

La actitud ante lo Trascendente es diversa en el mundo semita, respecto a la nuestra. Señalo dos características visibles. En primer lugar, el creyente siempre se cubre la cabeza en señal de respeto. Será con el talith, rectángulo de tela blanca con adornos, inscripciones y flecos, o con un simple y minúsculo solideo, u otro objeto cualquiera, que no sea la propia mano. Es la señal más expresiva. Quien lo lleva demuestra que es creyente. Los judíos-ortodoxos, además de cubrirse con sombreros, más grandes cuanto mayor es el evento, se dejan crecer la barba y lucen tirabuzones, todo ello en riguroso color negro.

 

Sorprende a uno observar a chiquillos de poco más de cinco años, jugando al futbol, en el patio de recreo de una escuela, con el cogote cubierto y que no se les cae. Ignoro como lo consiguen, solo lo he podido ver en una ocasión. (Algo semejante o tal vez paralelo, observé a orillas del Mar Rojo hace unos años, esta vez entre beduinos árabes. Unos niñitos de muy pocos años, nos saludaron y de inmediato huyeron. Desnudos totalmente, se metieron en el agua, pero ellas, también desnudas, ahora bien, continuaron con el rostro tapado por el velo, como cualquier pastorcilla de cabras, menor de 10 años, que tantas veces ve uno por el Sinaí. Sacar la cámara era gran tentación, pero peligrosa, no hice ni una sola fotografía, pese a disponer de teleobjetivo. El hombre de allí no permite que se posea nada de su mujer, auténtica propiedad suya, en este caso de su hija, aunque sólo sea una fotografía. Las cosas van cambiando y he podido posteriormente sacar fotos en algún oasis, o junto a una haima, de chicas casaderas, junto a sus padres y demás familia).

 

LA ORACIÓN

 

Otra peculiaridad, ésta muy judía, es considerar que la oración es una actividad de la totalidad del ser humano. Debe participar todo él en la plegaria. Sorprende ver el movimiento pendular, ora derecha-izquierda, ora delante-detrás, mientras recita salmos. Más aun, en la celebración del matrimonio, el rabí asistente, bendice y predica en continuo movimiento. Entre nosotros la oración, fundamentalmente, la consideramos actividad cerebral, a la que puede acompañar el corazón, el sentimiento. En la oración vocal, y entre nosotros, se moverán los labios, pero el cuerpo permanecerá quieto.

 

Antes de continuar me permito escribir una frase que me decía un amigo judío, que servirá de introducción a otros aspectos. Me contaba con gracia argentina: decimos siempre: dos judíos, tres sinagogas.

 

EL KOTEL

 

Vuelvo al título. El Kotel, mal llamado Muro de los Lamentos, mejor Muro Occidental, no es lo único que queda del Segundo Templo, la continuación también lo es. Acordada internacionalmente la unión de varones y mujeres para el rezo, se decidió que continuase lo existente como estaba y que se destinase para lugar común de oración, una parte situada al lado. Pero este espacio está declarado lugar arqueológico y por tanto con limitaciones especiales para el culto. En él, en la inmensa pared, se observa el llamado Arco de Robinson, en honor de Edward Robinson, el arqueólogo que en 1838 lo identifico. Era lo que queda y se ve, del inicio de una de las entradas al Templo, desde el valle del Tiropeon.

 

En realidad la ciudad estaba enfrente del Templo, una gran hondonada los separaba. En este caso, el fiel descendía primero y subía después por esta gran escalinata, de la que se han encontrado los grandes bloques que la formaban, algunos peldaños y hasta un miliario romano con una inscripción tallada en una piedra perteneciente a la barandilla superior del arco. Arco que alcanzaba 15 metros de longitud y otros tantos de anchura, arrancando a unos 12 metros al norte de la esquina suroccidental del recinto, y alzándose sobre el nivel de la calle que discurría paralela al muro occidental. Este arco se sitúa hacia el sur del Muro de las Lamentos y de su explanada. Pared y llano sirve para las oraciones de los fieles judíos y otros actos rituales. El gobierno israelí permitió, como ya he dicho, utilizar el lugar para aquellos servicios religiosos que no requieren la aprobación del Ministerio de Servicios Religiosos de Israel, controlado por el judaísmo ortodoxo. Estos incluyen servicios reformistas y conservadores, así como rezos igualitarios, defendidos por los activistas de la organización Mujeres del Muro, y “otras hierbas”. Sin embargo, es considerado por algunos como una solución poco satisfactoria, en parte debido a la declaración del lugar como sitio arqueológico.

 

PARTIDO CONFESIONAL

 

Mucho dinero llega de las comunidades de EEUU, también sus exigencias, de acuerdo con las decisiones tomadas. Los rabinatos de Jerusalén se oponen y la comunidad judía ortodoxa que se adhiere a un exclusivo partido confesional y que resulta ser partido bisagra en el gobierno de la nación. Cuando políticos y religiosos se unen, o no coinciden o se excluyen. Dicho de otra manera: en todos los sitios cuecen habas.

 

Para acabar, y continuando con el Kotel, advierto que a la izquierda del muro, adentrándose por una puerta practicada en la pared lindante, hay una sinagoga, más bien una biblioteca de textos para el rezo. Todo el Kotel es lugar santo, la diferencia está que situado uno dentro, ve que el muro se prolonga hacia mucho más abajo, creo recordar que hasta 9 metros de profundidad. Uno entra, mira, calcula y sale sin que a nadie moleste, sin que nadie le pregunte nada, sin que deba pagar. Las medidas en este lugar son siempre inmensas. He leído que uno de estos bloques pétreos mide 11 metros de anchura, calcúlese el peso.

 

EL MURO Y LOS PAPELITOS

 

La belleza de la plaza y el muro solo se aprecia estando uno situado en su proximidad. El tamaño es esencial para gozarlo. Algo semejante pasa con la oración, uno la respeta y reconoce si se pone al lado de un judío que reza. Sus palabras, sus ritmos y musicalidad, pese a que no los entienda, aseguran el fervor que pone el fiel en ello.

 

¿Y los papelitos? Pues sí, estos son famosos, pese a que se depositen también en otros lugares del mundo. Se recogen una vez al año en bolsas que se entierran reverentemente. Ahora bien, sabemos que las oraciones que dejaron los Papas, se guardaron cuidadosamente, lo cual hace pensar que en alguna otra circunstancia, se obrará de manera semejante.